Una actriz que todo lo cura con comedia

Paula Roman protagoniza junto a otras cuatro latinas la comedia "La Manzana"

La actriz y médica española Paula Roman se nutre de sus locas experiencias neoyorquinas para escribir papeles y guiones que luego encarna. Pronto podrá vérsela en Blackout y en La Manzana.

La actriz y médica española Paula Roman se nutre de sus locas experiencias neoyorquinas para escribir papeles y guiones que luego encarna. Pronto podrá vérsela en Blackout y en La Manzana. Crédito: Silvina Sterin Pensel

La tarde está cabizbaja. Enormes nubes grises amenazan desde hace horas con liberar el agua que contienen y el humor de la gente en Manhatan entona con el panorama. En un momento todo se enciende, se ilumina. Con un ceñido vestido a lunares –esos que luce casi a diario porque le recuerdan a Sevilla y al flamenco– Paula Roman camina por las calles de Tribeca con paso seguro, sexy. Son muchos los que la siguen con la mirada, lo sabe. Es cuando atraviesa una obra en construcción sobre Greenwich Street que uno de esos pasos la traiciona y cae, estruendosa y desencajadamente contra un enorme barril de plástico naranja fosforescente. Todos la han visto y ella lo sabe.

Lejos de tratar de olvidar el mal trago, tomará nota mental de la escena que muy probablemente incluirá en ‘La Manzana’, una comedia que ideó y escribió basándose en Sex & the City y que ella misma protagoniza junto a otras cuatro latinas. “Inventé La Manzana por necesidad,” cuenta esta actriz, quien es, además, guionista y productora. “La necesidad de crearme un papel a mi medida, que me calzara como guante y me permitiera mostrarle a Nueva York de lo que soy capaz a pesar de mi inglés con acento andaluz”.

La serie cuenta las desventuras de una española, Victoria, el personaje interpretado por ella y sus cuatro vecinas –una puertorriqueña, una mexicana, una cubana y una colombiana que viven en el mismo edificio de Spanish Harlem. Así como Paula en la vida real tuvo que probar en cada casting que ella es latina a pesar de su contextura pequeña y su falta de curvas pulposas, Victoria debe probarle a las demás del grupo que si bien es europea es tan hispana, neurótica y temperamental como ellas.

“Es genial y espero poder venderlo para que pronto esté en la tele”, dice cruzando los dedos con sus impertinentes uñas rojas. Sentada en un coqueto cafecito que usa como punto de reunión con productores, agentes y otros actores, Paula habla de cómo se enamoró de Nueva York mirando las películas de Woody Allen y de cómo dentro de ella siempre supo que quería ser actriz en esta ciudad. Pero las cosas no se dieron tan simples para esta sevillana que entre sorbos de café latte dispara que ella en España era médica.

Contadora nata de historias, Paula se dispone así a relatar la que mejor conoce, la de ella misma. Algo había en aquella doctora, dice, que no cuadraba del todo. Caminaba por los pasillos del hospital La Princesa, en Madrid y visitaba sus pacientes con su pulcro uniforme blanco, su estetoscopio rosa y sus ojos soñadores. La flamante médica de familia estaba allí pero quería estar en otra parte. “En los escenarios, en esas películas que veía por las tardes cuando me escapaba al cine. Aún no sabía cómo, pero quería estar en esa gran caja, con esos hombres guapísimos y gigantes”.

Paula Roman estaba presa. Presa de las altísimas calificaciones y honores que había cosechado a lo largo de seis años de carrera y del mandato de sus padres, -un cirujano cardiovascular y una enfermera- que desde que nació habían querido que su niña hiciera el juramento hipocrático. Eso cambió un día hace 8 años cuando, durante una operación de varices, miró fijo a su papá y le dijo: “Cuelga mi título en el living porque yo me voy para Nueva York. No me lanzó el bisturí porque estaba el paciente en el medio”.

El sabor de la Gran Manzana no fue dulce desde el principio. “Dormía donde podía, en lugares de prestado; me mudaba varias veces por semana y el inglés no quería salir”. Luego estudió teatro y tuvo las primeras audiciones. “Salía muy frustrada porque me decían que era buenísima pero que no encajaba bien; no sabían que hacer conmigo”, apunta.

Su talento, su picardía y sus ganas la mantuvieron a flote y Paula supo hacer de su drama -una médica que quiere ser actriz que se muda a NY y todo le sale mal– su principal fuente de inspiración.

“Constantemente adapto mis papeles a mi propia realidad, ya no lucho contra ella; la acepto y sigo con fuerza para adelante”. La fórmula ha resultado exitosa y un ejemplo es su corto Blackout que fue seleccionado para el Festival de Cine Internacional de Nueva York y se estrena el próximo 13 de agosto. La comedia con tonos de thriller muestra a una Paula embarazadísima de su hijo Manolo que hoy tiene un año. “Surgió de mirarme la barriga y del deseo de seguir actuando panzona y todo”.

En claro guiño a su pasado, Paula nombró a su productora ‘Marcapasos Films’ y asegura que de aquella Dra. Roman todavía quedan algunas cosas. “Mi inmenso amor por la vida y por la gente y mi estetoscopio rosa que es mi amuleto y llevo siempre en la cartera”.

Blackout: 13 de agosto, 9PM, Abingdon Theater 312 W 36th St.

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