Mujeres doradas y banderas cruzadas en Olimpiadas

En las Olimpiadas de Londres que acaban de terminar se batieron docenas de récords mundiales. Yo misma batí uno de ellos en la categoría Atleta de Sillón, obteniendo la medalla de oro por Más Horas Ante el Televisor.

Desde que se inauguraron los juegos olímpicos en la Antigua Grecia, esa presea siempre la había obtenido un hombre, pero este año las Olimpiadas pertenecieron a las mujeres. De las 46 medallas de oro que recibió Estados Unidos, 29 colgaron del cuello de mujeres en casi todos los deportes, de lucha libre a fútbol, de gimnasia a natación, de campo y pista a volibol de playa. Del total de 104 medallas, las mujeres obtuvieron 58.

Otro récord para Estados Unidos fue que, por primera vez en su historia olímpica las mujeres fueron la mayoría de la delegación de atletas.

Para China y Rusia, que ocuparon el segundo y tercer lugar en número de medallas, también sus mujeres obtuvieron la mayoría de premios. Y otros países también lograron escuchar su himno y ver subir su bandera gracias a las chicas. Por ejemplo, la única medalla de oro que recibió Colombia la ganó Mariana Pajón en ciclismo.

Sin embargo, a pesar de todos los logros de las atletas estadounidenses, casi nadie lo ha mencionado. De lo que más se ha estado hablando, aparte del triunfo futbolístico de México, es sobre la controversia desatada por Leo Manzano y sus dos banderas.

Al ganar la medalla de plata en la carrera de 1,500 metros, el corredor mexicoamericano dio su vueltecita victoriosa arropado en la bandera del país que allí representaba, Estados Unidos, y en la de México, donde nació.

Decenas de columnas y miles de comentarios en los medios sociales no sueltan el tema a pesar de que terminaron los juegos olímpicos. La lealtad dividida es un tema que nos toca profundamente y del cual hablamos poco.

Rubén Navarrette, el reconocido columnista mexicoamericano, comentó que estuvo mal que Leo Manzano alzara las dos banderas, ya que estaba en Londres representando a Estados Unidos. Esto desató una catarata de reacciones, la mayoría en su contra, alegando principalmente que el corredor tiene todo el derecho a sentirse orgulloso de sus dos países y que quien no se sienta así es un vendido y un traidor.

Pero entre tanto fervor nacionalista, casi nadie ha mencionado lo obvio. Manzano no actuó “mal”. Los atletas tienen el derecho a celebrar como les parezca. Algunos besan la pista, otros se quitan la camiseta, otros levantan un dedo diciendo “soy el número uno”, etc. Pero las banderas son parte del ritual olímpico y se toman muy en serio.

Yo pienso que no era el momento ni el lugar de cargar dos banderas. Me parece un error estratégico en el contexto de la batalla que venimos librando hace años por ganarnos el apoyo de la opinión pública para lograr una reforma integral de inmigración.

Los que están en contra de la inmigración constantemente se quejan de que los latinos no nos integramos a esta sociedad y vivimos más pendientes de los países de donde vinimos que de lo que acontece aquí. Y una foto vale más que mil palabras.

Todos los inmigrantes siempre amarán a sus países, pero a veces es necesario dejar lo que está en el corazón dentro del corazón.

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