Estafadora de NY va a prisión pero sin pagar a sus víctimas
Es condenada de tres a nueve años de cárcel y enfrenta la deportación.
EL BRONX – Sola ante el juez y sus víctimas se encontró ayer la mujer que estafaba a la gente quedándose con el dinero que supuestamente iba a ser destinado al alquiler de un apartamento.
Cecilia Casabuena, 56 años, sin la presencia de la hija que habitualmente acudía a la corte, fue sentenciada a un mínimo de tres años y un máximo de nueve y una vez cumplida la pena será deportada. Antes de que el juez Martin Marcus la sentenciara escuchó los testimonios de sus víctimas.
“Lo primero que quiero decir es que gracias a Dios se está haciendo justicia, que al menos no va a seguir robando a pobres trabajadores como nosotros”, dijo Adelina Ramírez, de 28 años.
“Yo me levanto a las 4 a.m. y dejo a mis hijos a las 5 a.m. para ir a trabajar [debiendo pararse para contener sus sollozos]. Para mí tener $2,000 para mudarme es mucho lo que yo tengo que trabajar ¡y que ella me los robase!”, añadió Ramírez.
“Ella me dañó mi vida porque no puedo mudarme ¡no tengo medios!. Mi hija tiene asma y estamos en un apartamento que no es adecuado para humanos”, declaró en su turno Lady Rodríguez, 30.
“No he podido tener un apartamento porque nunca he podido ahorrar el dinero que ¡ella me robó!”, manifestó Leyla Martínez, de 26, quien pidió al juez que hiciera todo lo que estuviera en su mano para que no salga de la cárcel hasta que cumpla la máxima sentencia.
“No es justo que ella pueda salir de la cárcel pero yo no tengo el dinero de vuelta y tengo que seguir viviendo con mi hijo en ese apartamento, porque no puedo mudarme”, añadió Martínez.
En su turno Casabuena recordó que desde el principio colaboró con la fiscalía: “Fui al jurado investigador en tres ocasiones y di toda la información que tenía sobre esta gente para la que trabajaba”. Respecto a la restitución del dinero robado declaró: “desafortunadamente no está en mis medios. Esto ha sido una vergüenza para mí y para mis hijos, doy gracias a Dios que ellos saben qué clase de madre soy…”.
Casabuena enfatizó que había trabajado toda su vida y que incluso en la cárcel da clases de pintura y colabora con las organizaciones de rehabilitación de presos. “Si me permiten quedarme en este país continuaré ayudando y por eso digo a estas personas que lo siento”.
Cuando finalizó el juez le contestó imperturbable: “Las palabras son baratas pero es demasiado poco y demasiado tarde. Usted hace muchas cosas buenas en la cárcel y está bien, sin embargo lo que hizo a esta gente es despreciable”.
El juez reconoció haber recibido las cartas de ella y sus hijos pidiéndole “no haga esto a mis hijos… no haga esto a mi madre” respondiéndole: “Yo no hago esto, fue usted la que se puso en esta posición. Es fácil lamentarse ahora pero no puede hacer nada por ellos ni por reparar el daño que les hizo”.
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