Historias desgarradoras tras la deportación

Las medidas discrecionales con que están dotadas las autoridades migratorias en varios casos provocan dislocación familiar al deportar padres, madres, hermanos e hijos.

Amelia Reyes  llora constantemente por la pérdida de sus cuatro hijos.

Amelia Reyes llora constantemente por la pérdida de sus cuatro hijos. Crédito: AP

STAMFORD, Connecticut – El año pasado el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) anunció una nueva política que daba discreción a los fiscales para que tomasen en cuenta factores como el tiempo que lleva una persona en el país, sus lazos con la comunidad y si esa persona tiene un marido, esposa o hijos estadounidenses antes de decidir si debe ser deportada.

Sin embargo, en los primeros seis meses del año casi 45,000 padres han sido deportados, según ICE.

Detrás de las estadísticas hay historias humanas desgarradoras: un bebé llorando que le es arrancado de sus manos a su madre y entregado a trabajadores sociales mientras esposan la madre, a quien un juez le retiró la custodia de sus hijos; adolescentes sollozando que ven cómo sus padres son sacados por la fuerza de sus casas; inmigrantes que desaparecen al caer en las redes de un sistema de detención que tradicionalmente los retiene en sitios alejados de sus casas.

“Todos los días ocurren tragedias como estas a medida que los padres son separados por la fuerza de sus hijos y desaparecen” de sus vidas, expresó Nina Rabin, profesora asociada de leyes en la Universidad de Arizona.

ICE insiste en que hace lo posible por mantener la “unidad familiar”.

Rabin, quien es abogada de inmigración, dice que una de las peores experiencias de su vida fue presenciar la “cruel destrucción” de una familia mexicana a la que representó.

La madre, Amelia Reyes Jiménez, cruzó ilegalmente la frontera con César, su hijito ciego y paralítico a cuestas en 1995 para buscar una mejor atención médica para el pequeño, relató Rabin. Se radicó en Phoenix y tuvo otros tres hijos, todos ciudadanos estadounidenses. en 2008 fue detenida cuando su hijo incapacitado fue encontrado solo en su casa.

“Cuando me sacaron las niñas, pensé que me arrancaban el corazón”, declaró durante una audiencia en un tribunal del servicio de inmigración. Contó cómo le arrancaron de los brazos a Erica, su bebé de tres meses, mientras los otros hijos, de 7, 9 y 14 años, gritaban “¡Mami!, ¡mami!”.

Encerrada en un centro de detención, sin conocer sus derechos ni saber lo que sucedía con sus hijos, se declaró culpable de negligencia y a partir de entonces se pasó dos años luchando por conservar la custodia de sus hijos.

Dos veces los jueces de inmigración rechazaron el argumento de que “sus hijos sufrirían mucho si era deportada” y la mujer fue enviada de vuelta a México en 2010, dijo Rabin. Los niños están en hogares temporales y seguramente serán ofrecidos en adopción.

El caso de Reyes Jiménez está en un tribunal de apelaciones, pero Rabin dice que, suceda lo que suceda, la familia ya ha sido destruida.

“El caso de Amelia no es algo aislado. Todos los días pasan estas cosas”, dijo Rabin.

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