Reconciliarte con tu expareja sí, pero no por miedo
Las personas no deben regresar con su antigua pareja por impulso
“Más vale malo por conocido que bueno por conocer”, esta filosofía que se traduce en miedo e incertidumbre ante el cambio, provoca que muchas ex parejas decidan regresar a pesar de que los conflictos que provocaron la ruptura no se hayan resuelto, y esta actitud está destinada al fracaso, coinciden terapeutas del Instituto de Entrenamiento en Pareja y Familia.
“Todo cambio, aunque resulte para mejorar, produce miedo e incertidumbre porque significa una amenaza para la estabilidad de las personas, por eso cuando una pareja termina su relación existe la tendencia a buscar restablecerla. Cuando las exparejas deciden regresar, pese a que la relación no funcionó, establecen un ‘equilibrio’ disfuncional, así que este regreso estará destinado al fracaso”, advierte Gabriela Garmendia, directora de la citada institución.
Existen personas que entran en un círculo vicioso: “Es el juego de regresar y separarse constantemente”, agrega.
Evidentemente lo hacen porque están cubriendo algunas necesidades, asegura Lilia Correa, también terapeuta del instituto. Algunas ex parejas regresan cuando los miembros de éstas piensan o sienten que hay algo inconcluso. “Tal vez sus sueños, sus expectativas…”, dice Correa.
Para Gabriela Garmendia, es muy peligroso que los miembros de la ex pareja restablezcan el vínculo porque se extrañan y se sienten solos. Las personas no pueden regresar con la antigua pareja por impulso, sino tras haber realizado un análisis y reflexión.
“Antes de decidirlo, los miembros de la ex pareja deberían sentarse a revisar su historia y ver qué aspectos habría que mejorar y hacia dónde tendrían que caminar”, indica Garmendia.
Garmendia aclara que cuando los miembros de la ex pareja emplean la distancia para reflexionar de qué forma contribuyeron en los problemas, es decir, se hacen responsables en lugar de culpar al otro, la restauración del vínculo sí funcionará.
“Cuando reconocen su contribución y qué hicieron para que esta relación no funcionara, es más fácil que se esté dispuesto a cambiar ciertos aspectos para que la relación funcione y no se está sólo esperando que el otro cambie”, dice.
Para la psicóloga es fundamental que antes de regresar, las personas se pregunten y respondan: “Estos cambios que tengo que hacer, ¿los quiero hacer? ¿Estoy dispuesto a hacerlos?”.
Correa señala que volver de nuevo, funciona cuando se hizo un trabajo introspectivo, revisando los pros y contras de la relación, admitiendo que hay que modificar varias conductas y estar dispuesto a ello. Garmendia menciona que la relación puede funcionar si la separación sirvió para hacer un alto en el camino.
“Para que reflexionemos, para que asumamos cada uno cómo contribuimos en que se diera la ruptura”, y agrega que es fundamental preguntarse si el regresar implicaría ir en contra de uno mismo y de su integridad o si, por el contrario, significará un crecimiento.
Las especialistas comentan que ante la separación de los padres, los hijos siempre van a insistir en que regresen, pues también ellos tienen miedo al cambio. Así que es común que éstos presionen. A veces los papás deciden regresar porque se mezclan sus propios miedos y el dolor que experimentan al ver sufrir a sus hijos. Por ello es importante buscar ayuda profesional.
“La idea es que objetivamente se les ayude a saber qué aspectos se tienen que modificar”, dice Garmendia.