Carrillo y Chivas

Lo mejor que pudo haber pasado con la relación entre Pumas y Mario Carrillo afortunadamente sucedió. Se acabó. Era una muerte anunciada. Alberto García Aspe (vicepresidente de Pumas) y todos los que tuvieron algo que ver con la contratación de Carrillo deberían renunciar a sus cargos.

No puede haber en un equipo profesional un vicepresidente que quiera imponerle alineaciones al director técnico tal como Carrillo dijo que Aspe intentó hacer durante el breve tiempo en que Carrillo estuvo con la institución universitaria.

Si se llega a comprobar que Aspe intentó imponerle jugadores a Carrillo surgirán todo tipo de especulaciones, como por qué Aspe tendría tanto interés en que ciertos jugadores fueran alineados. Me huele a un asunto de promotores.

Es una lástima que los hombres de pantalones largos de Pumas arrastren por los suelos de esta manera a un equipo tan emblemático como lo es UNAM.

Pumas ha retrocedido de una manera vergonzosa, pero lo que es más increíble es que a pesar de su deficiente campaña todavía tiene posibilidades matemáticas de meterse a la Liguilla.

Cambiando de tema, el presidente de las Chivas Rayadas del Guadalajara, Jorge Vergara, cumplió 10 años como dueño del equipo y durante ese periodo solamente ha sido capaz de colocar un campeonato en las vitrinas gloriosas del Rebaño.

Sus logros se limitan al sólido sistema de fuerzas básicas que ha creado y que le ha permitido nutrir al primer equipo de excelentes jugadores y vender a algunos al extranjero, como Javier ‘Chicharito’ Hernández, y la construcción del Estadio Omnilife.

Sin embargo no ha podido consolidar el producto adecuadamente especialmente por sus errores cuando se trata de contrataciones de directores deportivos y entrenadores. Su falta de paciencia y su necesidad de controlar todas las actividades del club lo han sentenciado a tener un equipo inconsistente y a una afición que se ha fastidiado con sus decisiones. Chivas necesita un cambio pero Vergara necesita ceder un poco de control.