Críticas a la tregua entre Israel y Hamás
Cese al fuego supera su primera fase de 24 horas y buscan iniciar negociaciones
Jerusalem, ISRAEL.? Los 57,000 reservistas israelíes movilizados para entrar en Gaza durante la operación Pilar Defensivo comienzan a regresar a sus hogares, mientras la vida en las localidades de Israel objetivo de los cohetes de Hamás retoma la normalidad entre críticas al alto el fuego, vigente desde ayer.
En las redes sociales se ha difundido extensamente una fotografía que muestra a 16 soldados israelíes de uniforme tumbados en el suelo formando en hebreo la frase “Bibi perdedor”, en referencia al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
“No creo que el Gobierno haya actuado bien”, señaló al canal 10 de la televisión un soldado identificado como Kobi, mientras que su compañero de armas Yotan lamentaba no haber participado en una invasión de Gaza para la que “la gente estaba preparada”.
Un reservista de una localidad blanco frecuente de los proyectiles palestinos hablaba al canal 2 de la “vergüenza” que le produce una salida diplomática sin “diferencia respecto a Plomo Fundido”, la ofensiva israelí en Gaza de hace cuatro años que segó la vida de unos 1,400 palestinos sin devolver la calma a la zona más que por un relativamente breve espacio de tiempo.
El pasado día 16, cuando la invasión parecía inminente, Israel aprobó la movilización de 75,000 reservistas, la mayor en décadas.
La medida se fue aplicando escalonadamente hasta alcanzar la cifra de 57,000 en el momento en que se acordó la tregua.
La decepción no reina sólo entre algunos soldados. Muchos alcaldes y habitantes de la región más próxima a Gaza -y por tanto más castigada por los cohetes palestinos- lamentan que la ofensiva haya concluido sin desterrar de una vez por todas el riesgo de nuevos ataques.
Según los corresponsales televisivos en la zona, la mayoría de ciudadanos de esa zona están en contra del acuerdo de alto el fuego, que se ha respetado -salvo el caso aislado de tres cohetes- desde su entrada en vigor, a última hora de la tarde de ayer.
Sin embargo, en el resto del país -incluidas las grandes urbes como Tel Aviv, Jerusalén y Haifa- generalmente exento de los ataques de las milicias de Gaza, se respira una mayor sensación de alivio por el fin de las hostilidades.
Una encuesta relámpago difundida ayer por el canal 2 arrojaba un 70 por ciento de oposición a parar ya los bombardeos israelíes.
Al igual que ayer, Netanyahu reconoció el descontento en parte de la población por el cese de una operación que apoyaba un 84 por ciento del país y en la que murieron 164 palestinos, más de la mitad civiles, y seis israelíes, cuatro de ellos civiles.
“Sé que hay ciudadanos que esperaban una respuesta aún más dura. También estamos preparados para ella. Tal y como hicimos durante esta operación, decidiremos cuándo, cómo y contra quién actuar”, dijo Netanyahu en la sede central de la Policía Nacional en Jerusalén.
Netanyahu señaló que el alto el fuego es “lo correcto para el Estado de Israel en este momento”, pero matizó que su Gobierno está preparado “para la posibilidad de que no sea respetado” y sabrá “cómo actuar si resulta necesario”.
Mientras tanto, un palestino con ciudadanía israelí ha sido detenido como sospechoso del atentado contra un autobús en Tel Aviv, en el que resultaron heridas siete personas, según dieron a conocer hoy los servicios secretos israelíes tras ser levantada la censura sobre la publicación.
El detenido es un palestino del territorio ocupado de Cisjordania que se estableció en la localidad árabe en Israel de Taybe en el marco de un proceso de reunificación familiar, según la información proporcionada por los servicios secretos.
Según la fuente, el detenido podría haber sido reclutado para la operación, que se produjo en el último día de la ofensiva israelí en Gaza, por una célula ubicada en el poblado cisjordano de Beit Liquia, cerca de Ramala.
El sospechoso fue detenido apenas unas horas después del atentado, perpetrado al ser colocado un explosivo en un autobús, en una operación conjunta de la Policía, el Ejército y los servicios secretos interiores israelíes, pero hasta hoy no se ha permitido la publicación de la detención.
El atacante introdujo la bomba en el autobús y llamó a su enlace en Beit Liqia, que la activó por control remoto a través de un teléfono móvil.
Los miembros de la célula están vinculados a Hamás y la Yihad Islámica y admitieron en interrogatorios haber preparado el explosivo, haber elegido Tel Aviv como objetivo, y haber comprado los teléfonos móviles empleados para explosionar la bomba.