El papa rechaza la violencia en nombre de Dios

El papa Benedicto XVI ofició esta noche la Misa del Gallo en la que rechazó el uso de la violencia en nombre de Dios, pidió que en lugar de armamentos para las guerras lleguen ayudas para los que sufren y denunció que el hombre está tan lleno de si "que no le queda espacio para Dios y le rechaza".

El papa rechaza la violencia en nombre de Dios y pide arados en vez de armas.

El papa rechaza la violencia en nombre de Dios y pide arados en vez de armas. Crédito: AP

Ciudad del Vaticano.- Por cuarto año consecutivo la Misa del Gallo se celebró a las diez de la noche local (21.00 gmt) y no a medianoche, para evitar fatigas al pontífice, que tiene casi 86 años, y mañana volverá a la basílica de San Pedro para pronunciar el Mensaje de Navidad e impartir la bendición “Urbi et Orbi”.

Benedicto XVI llegó al templo en la peana móvil que utiliza para desplazarse por la larga basílica de San Pedro y concelebró con 30 cardenales y decenas de obispos y sacerdotes.

Mirando una imagen del Niño recién nacido, el papa Ratzinger dijo que Cristo es nuestra paz y que es necesario en esta época implorarla, “para que Dios ilumine a las personas que se creen en el deber de aplicar la violencia en su nombre, para que aprendan a comprender lo absurdo de la misma y se conviertan en hombres de paz”.

“Haz que, también hoy, de las espadas se forjen arados, que en lugar de armamento para la guerra lleguen ayudas para los que sufren”, subrayó.

Benedicto XVI agregó que “conmueve” que Dios se haya hecho niño para que los hombres puedan amarlo y recordando el Evangelio de Juan (“Vino a su casa y los suyos no le recibieron”) se preguntó si en la actualidad los hombres tienen un puesto para Dios.

“¿Tenemos un puesto para Dios? ¿Tenemos tiempo y espacio para Él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Cuanto más rápidamente nos movemos, cuanto más eficaces son los medios que nos permiten ahorrar tiempo, menos tiempo nos queda disponible”, señaló el papa.

Benedicto XVI agregó que en lo referente a Dios, “nada nos parece urgente”, y que la metodología de nuestro pensar está planteada de tal manera “que, en el fondo, él no debe existir”.

“No hay sitio para él. Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles. Estamos completamente llenos de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros”, agregó el Pontífice.

Benedicto XVI pidió para que los hombres oigan a Dios, le hagan espacio en su interior “y de este modo, podamos reconocerlo también en aquellos a través de los cuales se dirige a nosotros: en los niños, en los que sufren, en los abandonados, los marginados y los pobres de este mundo”.

El papa agregó que en esta noche los hombres se tienen que alegrar porque Dios ha nacido y afirmó que donde no se da la gloria de Dios, donde se le olvida e incluso se le niega “no hay paz”.

El Pontífice agregó que hoy en día hay corrientes de pensamiento que sostienen lo contrario, que la religión, en particular el monoteísmo, es la causa de la violencia y de las guerras en el mundo y que sería preciso liberar a la humanidad de la religión para que se estableciera la paz.

Benedicto XVI añadió que “es cierto” que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia y que “es verdad que una religión puede enfermar y llegar a oponerse a su naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo a Dios de su propiedad privada”.

“Si es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el ‘no’ a Dios restablecería la paz. Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre”, subrayó.

El papa alemán agregó que cuando la luz de Dios se apaga, el hombre ya no actúa como hermano, aparece la violencia arrogante y el hombre desprecia y aplasta al hombre, como lo hemos visto en toda su crueldad el siglo pasado”.

Benedicto XVI hizo también un llamamiento a la paz en Tierra Santa, Siria, Irak y Líbano y pidió para que los israelíes y palestinos “puedan llevar una vida en paz y en libertad”.

El Pontífice abogó para que los cristianos en esos países, “donde ha tenido origen nuestra fe” puedan conservar su morada y que los cristianos y musulmanes “construyan juntos sus países en la paz de Dios”.

La Misa del Gallo comenzó con el anuncio del nacimiento del Señor con la lectura del antiguo texto de las Calendas.

Antes de la misa, el papa encendió en el balcón de su apartamento el Cirio de la paz y se abrió el Portal de Belén instalado en la plaza de San Pedro.

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