‘Les Miserables’: fiel adaptación del musical teatral (video)

'Les Miserables', con Hugh Jackman, Anne Hathaway y Russell Crowe, muestra lo más interesante y lo menos logrado del musical original que se ha mantenido en los escenarios teatrales del mundo desde mediados de los años 80

Anne Hathaway es Fantine en 'Les Miserables', que se estrena hoy en cines de todo el mundo.

Anne Hathaway es Fantine en 'Les Miserables', que se estrena hoy en cines de todo el mundo. Crédito: Universal Pictures

Hay que empezar con su telenovelesco argumento.

En Les Miserables, Jean Valjean (Hugh Jackman) es puesto en libertad condicional tras permanecer en prisión 19 años, por haber robado un trozo de pan. Su carcelero, Javert (Russell Crowe) le advierte que si vuelve a romper la ley, esta caerá sobre él con todas sus consecuencias.

Tras un encuentro que le abre los ojos, Valjean termina transformado, aunque rompiendo su libertad provisional, y siete años después, bajo el nombre de Monsieur Madeleine, propietario de una fábrica y alcalde de Montreuil-sur-Mer, es un hombre respetado… y casi libre.

Pero una de sus empleadas, Fantine (Anne Hathaway), que es despedida y termina prostituyéndose, conduce a una situación en la que aquel y Javert se reencuentran.

El oficial, a quien Monsieur Madeleine le recuerda al prisionero que liberó años atrás, le asegura al alcalde que Valjean ha sido arrestado recientemente y será condenado a prisión.

El Valjean real no permitirá que un hombre inocente termine entre rejas por su culpa, por lo que reconoce ante el juez quién es él.

Valjean es condenado a cárcel, pero antes pide poder hacerse cargo de la hija de Fantine, Cosette (Isabelle Allen), que vive con los Thénardiers (Helena Bonham-Carter y Sacha Baron Cohen), quienes se aprovechan de ella, siempre favoreciendo a su hija Éponine (Natalya Angel Wallace).

Pero Valjean se da cuenta que la sed de venganza de Javert es insaciable… y vuelve a huir con Cosette.

Años después, esta, ya una mujer (Amanda Seyfried) se enamora de Marius (Eddie Redmayne), un joven líder revolucionario, de quien está prendida Éponine (Samantha Barks). Un amor que nace a las puertas de una revolución que cambiará el rumbo de la historia.

Llevar un musical teatral, de principio a fin es, en el cine contemporáneo, una apuesta ciertamente arriesgada… y fascinante.

Les Miserables, que se estrena hoy en todo el mundo, hace precisamente eso, siendo extremadamente respetuosa con el material original —obra del músico Claude-Michel Schönberg y los letristas Alain Boublil y Jean-Marc Natel, que lógicamente se inspiraron en la novela de Víctor Hugo— pero añadiendo como elemento propio la puesta en escena de Tom Hooper, quien nunca se autocensura a la hora de desplegar su peculiar estilo visual, que ya reflejó con creces en The King’s Speech, que le reportó el Oscar.

En cierta forma, Hooper reescribe las reglas con las que un musical es escenificado en la gran pantalla, a través de la edición, la fotografía y los encuadres, de forma similar a la que hizo Bazz Luhrmann en Moulin Rouge… aunque algo mejor.

Ese estilo no es apto para todos los gustos: aquellos que prefieran un aspecto menos circense y más tradicional al género observarán como el cineasta agarra las convenciones del mismo, las agita y las esparce con notable desparpajo y, por qué no, acierto.

Pero Les Miserables, la película, no es solo un trabajo de dirección. Es, por supuesto, una demostración que el musical original sigue siendo un ejemplo de obra cien por cien populista: Schönberg, Boublil y Natel escribieron temas sensacionales y comerciales, como Look Down, At the End of the Day, I Dreamed a Dream, Who Am I?, Castle on a Cloud, Stars, Do You Hear the People Sing y One Day More.

No obstante, si de algo se puede criticar el conjunto, siempre, tanto en los escenarios como ahora en la gran pantalla, es que su segundo acto, concentrado en la relación entre Marius y Cosette (y, dejada de lado, Éponine), representa la quintaescencia del sentimentalismo más cursi y azucarado, que provoca que el ritmo del relato se resienta y reduzca la efectividad de lo que se explica, el inicio de la Revolución Francesa, que no es menos importante que el amor naciente entre dos jóvencitos…

Así, siempre ha sido la labor de los actores la que ha hecho de temas como Éponine’s Errand, A Little Fall of Rain, A Heart Full of Love o Every Day melodías aceptables… o irritantes.

En el caso de Les Miserables, el filme, sus intérpretes son, sin excepción, espléndidos, incluyendo un, en ocasiones, algo desafinado Russell Crowe (cuya rendición de Stars es sensacional), y destacando especialmente a la impresionante Anne Hathaway quien, cuando canta I Dreamed a Dream —en un plano fijo y, como en el resto de temas, en directo al rodar, algo que beneficia al dramatismo de la producción— deja claro que está dejando para la historia del cine tres minutos imposibles de mejorar.

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