Obama: Promesas en medio de la tormenta
En su discurso del Estado de la Unión, el presidente Barack Obama delineó una serie de promesas y objetivos que dan un tono progresista a su gobierno pero que también se realizan en un contexto que no necesariamente se presta para su cabal cumplimiento.
El anuncio de su agenda política le sirve a Obama para colocarse, en la arena de la percepción y la opinión pública, en el bando de las clases medias y el desarrollo social y para trazar una línea de contraste con el Partido Republicano, que si bien comparte algunos de elementos de la oferta del Presidente es totalmente contrario a muchos de ellos, sobre todo los que tienen que ver con el manejo de la deuda, el presupuesto y el control de armas. El contexto actual es más de tormenta y confrontación que de colaboración y armonía bipartidista,
Obama ofreció, y pidió para ello el apoyo del Congreso, educación preescolar universal, impulso a la educación media, una reforma de inmigración integral, subir impuestos a los más ricos y eliminar vericuetos fiscales, subir el salario mínimo federal a $9, impulsar las energías limpias, tomar acciones activas para encarar el cambio climático y establecer controles de armas más estrictos, entre otros temas.
Muchos de esos esquemas implican una intervención gubernamental sustantiva, lo que es considerado por sus promotores como una medida necesaria para potenciar el desarrollo con justicia pero es visto por sus detractores como una expansión onerosa y abusiva del sector público.
Es incierto aún qué tanto de lo ofrecido por Obama se hará realidad de aquí a las elecciones intermedias de noviembre de 2014. Pero al margen de lo que logre y de lo que no, la apuesta del Presidente sería que al situarse del lado ‘popular’ exhibirá la intransigencia republicana para tratar de recuperar el control demócrata del Congreso en 2014, afianzar su legado y mantener la Casa Blanca para su partido más allá de 2016.