Cultivando el miedo
El más reciente reporte titulado “Cultivando el miedo: La Vulnerabilidad de las Trabajadoras del Campo en Estados Unidos a la Violencia y el Abuso Sexual” de la organización Human Rights Watch que entrevistó a más de 50 mujeres en una variedad de cosechas en California, Carolina del Norte y Nueva York, encontró que con mucha frecuencia son víctimas de violación, exhibicionismo, acoso, contacto sexual no solicitado y lenguaje obsceno de parte de supervisores, empleadores y otros en posición de poder.
Muchas campesinas entrevistadas para el estudio, dijeron que ellas y otras que conocían habían experimentado ese trato. Y la mayoría dijo no reportarlo por temor a represalias.
“Las trabajadoras del campo no sólo tienen que hacer un trabajo duro bajo climas extremos, expuestas a muchos riesgos como los pesticidas sino que están mal compensadas económicamente y aparte tienen que soportar el acoso sexual”, Suguet López, directora de Líderes Campesinas.
“Muchas mujeres nos cuentan de una nueva modalidad de acoso entre los mayordomos, que las han obligado a amarrarse el suéter a la cintura para que no les puedan ver el trasero cuando trabajan agachadas. Ahora se ha puesto de moda tomarles video con los celulares y se los pasan unos a otros”, afirma la líder.
Y los abusos tienen sus consecuencias. Elizabet, una campesina, en el Valle Central, relata que el supervisor que la acosaba embarazó a algunas mujeres. El reporte de Human Rights Watch indica que el supervisor de cuatro mujeres que trabajaban empacando coliflor en California con frecuencia les mostraba sus genitales y les decía, “esa mujer necesita que se la jodan”. Cuando trataron de defender a la joven que acosaba, fueron despedidas.
Otra mujer que asegura haber sido violada por su supervisor en una compañía de lechuga también en California, le dijo que debía recordar que si tenía trabajo, era por él.
En 2005, Líderes Campesinas logró ganar el caso de Olivia Tamayo, de 46 años, quien repetidamente fue asaltada sexualmente en los campos de almendra donde trabajaba con su esposo.
Cuando se quejó, la compañía Harris Farm’s para la que trabajaba, no hizo nada y argumentó que se trató de un romance de mutuo acuerdo. Un jurado le entregó a Tamayo un millón de dólares.
No se tuvieron las cifras disponibles a la mano de las quejas presentadas el año pasado por acoso sexual en los campos de California, pero a nivel general en todas las áreas laborales se atendieron 7,399 casos.
Christine Park-González responsable de educación, entrenamiento y alcance de EEOC, dice que más allá de las sanciones económicas para las empresas agrícolas, han logrado convenios con los demandados en los cuales se comprometen a dar entrenamiento en acoso sexual a sus trabajadores y personal y a cambiar sus políticas y cultura. “Hay pequeños empleadores que ni siquiera conocen las leyes en la materia”, indica.