Benedicto XVI promete “obediencia” al nuevo Papa

Al despedirse reconoce que ha vivido momentos bellísimos de luz radiante y momentos en los cuales algunas nubes se adensaron en el cielo

Uno a uno, Benedicto XVI saludó a los cardenales congregados hoy en El Vaticano.

Uno a uno, Benedicto XVI saludó a los cardenales congregados hoy en El Vaticano. Crédito: EFE

Ciudad del Vaticano, 28 Feb – Benedicto XVI prometió hoy “incondicionada reverencia y obediencia” al próximo Papa, al reunirse con un grupo de cardenales del mundo, en la última audiencia protocolaria antes de la entrada en vigor de su renuncia.

El pontífice acogió, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a unos 140 purpurados, a quienes fue saludando de mano. Entre ellos se encontraban los mexicanos Juan Sandoval Iñíguez, Javier Lozano Barragán y Norberto Rivera Carrera.

En su discurso llamó a los clérigos a la unidad a pesar de las diferencias y reconoció que su ministerio tuvo por igual momentos buenos y no tan positivos.

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“Antes de despedirme quiero decirles que continuaré a estarles cercanos con la oración, especialmente en los próximos días, para que sean plenamente dóciles a la acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa”, dijo.

“Que el señor les muestre su voluntad. Entre ustedes, en el Colegio de Cardenales, está el futuro Papa, al cual ya desde hoy prometo incondicionada reverencia y obediencia”, agregó.

En su discurso, el pontífice aseguró que, para él, fue “una alegría” haber compartido su camino con los cardenales y reconoció que su consejo le ha sido de gran ayuda en su ministerio.

Reconoció que en los casi ocho años de su papado ha vivido momentos bellísimos de luz radiante en el camino de la Iglesia, junto a momentos en los cuales algunas nubes se adensaron en el cielo.

Invitó a los presentes a pedirle a Dios que les ayude a crecer “aún más” en la unidad profunda, de tal forma que el Colegio de los Cardenales sea como una orquesta, donde las diversidades, expresión de la Iglesia universal, concurran siempre a la superior y concorde armonía.

“La Iglesia no es una institución pensada y construida en el escritorio, es una realidad viviente. Ella vive a lo largo del tiempo, en devenir, como todo ser viviente, transformándose. Aún así su naturaleza es siempre la misma, su corazón es Cristo”, precisó.

“Permanezcamos unidos, queridos hermanos, en este ministerio. En la oración y especialmente en la Eucaristía cotidiana, así servimos a la Iglesia y a la entera humanidad. Esta es nuestra alegría, que ninguno puede quitar”, apuntó.

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