La historia de Julieta, aún sin la ‘tarjeta verde’

Julieta se casó, tuvo hijos en Estados Unidos y su papá se hizo ciudadano, todos eventos que la movieron de una a otra categoría de visas, pero aún no tiene ¨papeles¨

Avances sobre las propuestas de una reforma migratoria sugieren que los indocumentados se convertirían en ciudadanos estadounidenses tras un proceso de 13 años: diez para obtener el permiso de residencia o 'green card' y otros tres para alcanzar la ciudadanía.

Avances sobre las propuestas de una reforma migratoria sugieren que los indocumentados se convertirían en ciudadanos estadounidenses tras un proceso de 13 años: diez para obtener el permiso de residencia o 'green card' y otros tres para alcanzar la ciudadanía. Crédito: Archivo/J. Emilio Flores / La Opinión

Julieta Suárez, mexicana residente en San Diego, estuvo a punto de recibir su tarjeta verde hace unos 6 años. Pero cuando llegó a la entrevista con su abogado “la fecha de prioridad de las visas había retrocedido y esto ha significado más años de espera”, contó su abogado Carlos Balediata.

¿Dificil de entender? Así es la ley de inmigración en Estados Unidos: compleja y a veces inesperada, agrega el abogado.

El papá de Julieta la pidió en 1995 cuando ella era soltera, pero en el tiempo de espera Julieta se casó, tuvo hijos en Estados Unidos y su papá se hizo ciudadano, todos eventos que la movieron de una a otra categoría de visas. Los tiempos de espera son diferentes y mucho mayores para los hijos mayores de edad y casados que para los solteros menores de edad.

“Ha sido una frustración total porque en estos 20 años que cumplo en octubre de estar esperando, tengo más de 17 de no visitar a Guadalajara”, cuenta Julieta en una entrevista. “Si muere un familiar no puedo salir. Tengo un seguro social que saqué de niña pero igual me siento ilegal porque no puedo salir del país. Aquí fui a la primaria y a la prepa, mis hermanos y padres viven acá, todos ya tienen papeles o nacieron acá. Pero yo sigo esperando”.

Ironías de la vida, Julieta vive a 15 minutos de la frontera, pero no puede cruzarla.

Su aspiración es lograr la tarjeta para “ir a visitar, recuperar un poco el tiempo perdido con la familia que quedó allá, conocer más de mis raíces”.

“Ahora que tengo un hijo quiero enseñarle donde nací, el rancho, que conozca a la familia”, dice Julieta. “Pero no sé cuando se podrá”.

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