Adriana Barraza subirá a los escenarios en EEUU (video)
La actriz mexicana presentará próximamente un espectáculo unipersonal en Miami, Nueva York y Los Ángeles.
Las luces se apagan, Adriana Barraza sube al escenario y en un ficticio aeropuerto se encuentra con su propia “maleta de la vida”.
De ella brotan recuerdos como prendas antiguas: “Yo caminaba por las calles de México y soñaba con que, un día, a mi lado pasaría un taxi, se abriría la puerta y, desde su interior, el director español Carlos Saura me diría: ‘Ven a trabajar conmigo”’, declama la actriz ante el silencioso auditorio. “Pero finalmente eso no sucedió nunca. En cambio, hice muchas telenovelas; eso sí, siempre en el mismo papel: Mala, fea y bien pobre”, remata con humor.
Ésta y otras muchas anécdotas dan forma a “Me doy el gusto”, el espectáculo unipersonal que la reconocida actriz mexicana creó junto con la dramaturga argentina Erika Halvorsen para celebrar sus 40 años de trayectoria y uno de los más recientes estrenos en la cartelera teatral bonaerense.
Con ingenio, emoción, nostalgia y una cuota de honestidad sin endulzantes, en la obra -que se presentó en México a fines del pasado año y próximamente llegará a Miami, Nueva York y Los Ángeles- Barraza viaja en el tiempo y vuelve a recorrer, con el público de acompañante, momentos especiales de su carrera; destinos de un mapa que comenzó a trazarse el día en que, casi por accidente, pisó un escenario por primera vez.
“Yo en realidad quería ser bailarina”, confiesa la protagonista en otro pasaje. “Pero cuando llegué a registrarme en ese curso de mi escuela, todos los cupos estaban tomados. Sólo había otras dos opciones: actuación o deportes. Y a mí, pues, los deportes nunca me gustaron mucho”.
“Me doy el gusto” fue concebida, según narra su estrella, a raíz de una charla íntima que ésta tuvo con Halvorsen y con su propia su hija, Ana Carolina Valsagna, también actriz. A partir de allí, y durante más de un año de trabajo, ese rico anecdotario cobró forma de monólogo teatral en manos de Halvorsen, quien es también directora de la puesta.
El resultado es un espectáculo que, afianzado en la potente presencia escénica de Barraza, entreteje reflexiones de temas tan diversos como su modesta infancia en Toluca, la relación con sus padres, el terremoto que azotó a México en 1985 y, por supuesto, el encanto de Brad Pitt y la trastienda de los premios Oscar, a la cual accedió gracias a su nominación como mejor actriz de reparto por su trabajo en “Babel” (2006), dirigido por Alejandro González Iñárritu.
En una entrevista con The Associated Press, Barraza conversó acerca de sus cuatro décadas sobre las tablas y del emotivo ejercicio que significó revisitar su vida para crear “Me doy el gusto”.
Esta obra es una invitación a recordar. ¿Cómo fue el ejercicio de regresar al pasado?
Fue complejo. Cuando uno llega al pasado siempre toca puntos dolorosos, pero yo sabía que no debía soslayarlos porque, cuando uno los calla, ocurre lo mismo que con el agua estancada: finalmente apestan. Y yo quería dejar correr el agua, en muchos sentidos.
Usted tiene una gran formación teatral. Sin embargo, en el espectáculo reivindica la televisión y, particularmente, las telenovelas. ¿Por qué?
Porque creo que no hay telenovelas malas, sino mal hechas. Así como hay teatro mal hecho y bien hecho. En vez de despreciar la TV, hay que revalorizar todos los medios posibles. Pero es verdad que la televisión generó una idea diferente en los más jóvenes. Cuando yo hago una audición a un estudiante que llega a mi estudio, le pregunto por qué quiere actuar. Si me dice que es “para estar en la tele”, le respondo que no está en el lugar indicado.
Para muchos, usted es la “Maestra Barraza”. ¿Cómo es, en realidad, Adriana Barraza como docente?
Sumamente exigente; puedo ser devastadora. De un actor, no soporto la pereza, la indisciplina y la falta de compromiso. Cuando yo dirijo hay disciplina. Un actor sin compromiso, por mucho talento que tenga, no sirve para nada.
En su obra, usted confiesa cuánto le dolió no ganar el Oscar, algo que no es habitual escuchar. ¿Por qué cree que en Hollywood hay temas de los que no se habla?
No entiendo por qué. Quizás yo soy indiscreta, pero creo que decir lo que sentimos nos permite llevar una vida sana. Yo sentí algo bien feo cuando no me dieron el Oscar. Traté de ser sobria, como otras actrices, pero no pude decir: “No lo gané, no importa”. A mí sí me importaba. ¡Me quería ir, quería llorar! (risas). Ahora, a la distancia, reconozco cuántas puertas me abrió esa candidatura y estoy agradecida.
Si tuviera que definir, en pocas palabras, qué aprendió en estos cuarenta años de carrera profesional, ¿qué diría?
Que sin alegría no hay nada. Y sin trabajo y disciplina, tampoco.