Valiente pueblo de Michoacán
Hace años que los michoacanos en México viven sitiados por grupos de narcotraficantes, más recientemente La Familia, Los Caballeros Templarios y otras organizaciones criminales que saquean los recursos naturales.
El problema ha alcanzado niveles de guerra civil. Por la necesidad de proteger a sus familias, los pueblos han decidido tomar las armas y asegurarse de quién entra y sale de sus comunidades.
Los grupos narcotraficantes amenazan, desaparecen a pobladores, asesinan, y en las últimas semanas han cortado las vías de acceso a ciertas poblaciones, como Buenavista, Tomatlán y Tepelcatepec, dejándolos sin acceso a alimentos y sin flujo de bienes.
Mientras tanto –al igual que su antecesor en la presidencia– Enrique Peña Nieto envía a sus marinos y sus soldados a territorio michoacano, con la promesa de ofertar seguridad. Su estrategia: ir a cazar a las guardias civiles, a los grupos de autodefensa y a todo aquel civil en posesión de algún arma.
Pareciera, en este caso, que el gobierno mexicano busca apoyar a los grupos criminales, más que asegurar la tranquilidad del valiente pueblo de Michoacán.
En la Bahía de San Francisco, los michoacanos se han movilizado en los consulados mexicanos de San José y Fresno, además del capitolio de Sacramento, en el último par de semanas. Exigen la seguridad de sus familiares en aquel viejo territorio Tarasco. Y para llamar la atención internacional, estarán en los próximos días en Washington D.C. y llevarán el tema hasta la ONU.
El pueblo ya no quiere seguir de rodillas.