Los policías del pueblo
La violencia hace que las comunidades mexicanas se armen para defenderse
AYUTLA, México. Los guerrerenses de la costa y la montaña siempre han estado armados. No es sólo un secreto a voces sino una realidad centenaria con la novedad de que hoy van públicamente contra el crimen organizado con una estructura de “autodefensa” que incluye seguridad y justicia paralela a la del Estado.
Son campesinos, ganaderos y algunos profesionistas que se hacen llamar Policías Comunitarios al amparo de las leyes de usos y costumbres de los pueblos indígenas. Están organizados desde 1995 en esta región del sur del país.
Al principio capturaban a delincuentes menores, ladrones de ganado o gallinas; violadores, borrachos, defraudadores hasta que iniciaron los secuestros y extorsiones por parte de células de los cárteles del narcotráfico que, descontroladas por la captura o muerte de los altos mandos, cambiaron de actividades y se unieron a criminales locales.
Para los comuneros una cosa es ver “de lejos” los asuntos del narcotráfico y otra “muy diferente” tolerar la muerte de familiares por no poder pagar un rescate.
Tres años atrás pidieron ayuda al Ejército, a la Policía Estatal. No querían “entrarle” al tú por tú, pero el tiempo pasaba y los delincuentes seguían ahí, cada vez más fanfarrones con sus AK-47 y sus R15 por todas partes.
Ganados por el orgullo, hoy cierran carreteras, revisan autos, interrogan a sospechosos y se agarran a tiros como cualquier corporación policíaca, con la diferencia de que estos comandantes se imponen por el voto directo en las asambleas comunitarias de los pueblos.