Fotos que claman por justicia
“Muchos caen en la trampa de verlo como un abuelito que cuenta historias pero creo que fui capaz de retratar su maldad”, comenta con cierto dejo de satisfacción el fotógrafo guatemalteco Daniel Hernández-Salazar que apretó el gatillo de su cámara justo cuando el Dictador Efraín Ríos Montt hacía una cruel mueca, casi sonrisa, escuchando el relato de una indígena maya que vio cómo su comunidad fue masacrada.
A través de su lente, durante el reciente juicio a Ríos Montt en una sala colmada de la Corte Suprema en la capital guatemalteca, Daniel pudo captar el dolor en los rostros de muchas mujeres mientras narraban cómo fueron violadas por decenas de militares o cómo sus casas fueron incendiadas y sus maridos torturados. También, su paciente silencio, escuchando por auriculares todos los pormenores legales traducidos simultáneamente del español al ixil, la lengua hablada por los pobladores del Departamento de Quiché, al noroeste del país. Y el júbilo.
Con varias cámaras y sus correas al cuello, Daniel no pudo contener su alegría cuando el tribunal sentenció a Efraín Ríos Montt a 80 años de prisión por genocidio y crímenes contra la humanidad. “Fue muy emocionante; emotivo; algo que siempre había esperado,” cuenta este fotógrafo veterano en tomar imágenes de fosas clandestinas y tumbas comunes; de familiares buscando saber qué fue de sus seres queridos desaparecidos durante este conflicto civil tan sangriento y prolongado. Pero la algarabía no duró mucho. “Todo ahora está en suspenso, como enredado”, dice en tono sombrío y en alusión al revés que acaba de propinar la Corte Constitucional al anular la que parecía ya una condena histórica y ejemplificadora para otros países de la región que también tuvieron dictaduras.
Fue a principios de los 80’s, cuando lo contrató un periódico importante, que la pasión de Daniel fue tornándose en obsesión; obsesión por contar lo que estaba sucediendo en su país donde a lo largo de décadas de ‘guerra sucia’ fueron asesinadas y desaparecidas más de doscientas mil personas. “Me desvela transmitir con mi trabajo todo lo que ha pasado aquí. Quiero que la gente se cuestione viendo mi material; que tenga un significado, que sirva para incidir. Si no, ¿Para qué estamos aquí?
Desde 1997 y con esta meta de exponer a viva voz el genocidio que azotó al país entre 1960 y 1996 con el pico de mayor brutalidad durante el corto período de Ríos Montt- Daniel creó un fotomontaje un ángel indígena con alas hechas de omoplatos que pertenecieron a un desaparecido- y la imagen ya se ha convertido en poderoso símbolo del reclamo de justicia aquí y en el mundo. “El proyecto buscaba representar el dolor de las víctimas y también criticar cómo la gente enfrenta las cosas que no le gustan; quedándose callados; sin involucrarse. Aquí nadie quería saber de las torturas, de las aberraciones que estaban sucediendo. Entonces hice tres Ángeles: Uno tapándose los ojos; otro tapándose la boca y otro tapándose los oídos”.
El cuarto ángel llegó cuando le solicitaron que sus imágenes fueran las portadas del Informe “Guatemala: Nunca Más”; cuatro volúmenes conocidos por la sigla REMHI o Recuperación de la Memoria Histórica. “Este último ángel está como gritando todo lo que pasó; dándolo a conocer aquí y en el mundo”.
Dicho y hecho la imagen está ahora en algunos buses que serpentean por las calles guatemaltecas y ha viajado a Argentina, México y hasta al campo de concentración de Auschwitz. “Lo llevó a todos los lugares donde ocurrieron matanzas y donde se necesita preservar la memoria histórica que es lo que más necesitamos aquí en Guatemala”.