Importante el buen manejo de números en la niñez

WASHINGTON — Aunque ya sabemos mucho sobre la forma en que los bebés aprenden a hablar y los niños a leer, ahora los científicos están desentrañando los primeros ladrillos del conocimiento matemático: hallaron que lo que aprenden los infantes sobre números en primer año parece desempeñar un papel muy importante en sus cálculos diarios más adelante.

Con estos hallazgos, los especialistas están sopesando los pasos que los padres podrían dar para impulsar las destrezas matemáticas, de la misma forma en que lo hacen para intentar formar a un buen lector.

No se trata solamente de intentar mejorar las calificaciones de la nación en matemáticas y atraer a los niños para que se conviertan en ingenieros. Es algo mucho más básico.

Por ejemplo, ¿cuánto tiempo se necesita calcular una propina? ¿Resolver las fracciones para duplicar una receta? ¿Saber cuántas monedas debe devolverle el cajero como cambio?

Aproximadamente uno de cada cinco adultos en Estados Unidos carece de las destrezas matemáticas que se esperan de un estudiante de secundaria, lo que significa que tienen problemas con esas labores cotidianas y no cuentan con las habilidades requeridas en muchos de los empleos de la actualidad.

“No se trata solamente de si te puede ir bien en la escuela, sino que más bien versa sobre qué tan bien te puede ir en tu vida”, dice la doctora Kathy Mann Koepke de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), que están financiando gran parte de esta investigación sobre la forma en que aprendemos matemáticas. “Todo el tiempo estamos en medio de matemáticas”.

Un estudio reciente muestra que los problemas de aprendizaje en esta área pueden empezar a una edad temprana.

Investigadores de la Universidad de Misurí examinaron a 180 alumnos de primer grado de secundaria. Los que quedaron detrás de sus compañeros en una prueba de habilidades matemáticas básicas necesarias para funcionar como adultos fueron los mismos niños que tenían la menor fluidez con los números cuando iniciaron el primer año.

“La brecha con la que empezaron ya no la cierran”, dice el doctor David Geary, psicólogo cognitivo que encabeza el estudio, el cual da seguimiento a niños desde el jardín de niños hasta la secundaria en el sistema escolar de Columbia, Misurí. “No están alcanzando” a los niños que iniciaron delante de ellos.

El primer año podría parecer una edad muy joven para pronosticar la capacidad matemática, y nadie espera que los niños de dos años escriban grandes sumas. Pero este “captar” los números, o lo que Geary llama con más precisión el “conocimiento del sistema numérico”, resulta ser una destreza fundamental, mucho más que la simple habilidad de contar, que sirve de base para seguir avanzando.

¿Qué es lo que está involucrado? Comprender que los números representan diferentes cantidades, que tres puntos significan lo mismo que el numeral “3” o la palabra “tres”.

Captar la magnitud, que 23 es mayor que 17. Comprender el concepto de que los números pueden ser desmembrados en partes, que cinco es lo mismo que dos y tres, o que cuatro y uno. Mostrar que la diferencia entre 10 y 12 es la misma que la diferencia entre 20 y 22.

Factores como el coeficiente intelectual y la atención prestada no explican por qué algunos alumnos de primer grado tuvieron un mejor desempeño que otros. Ahora Geary estudia si algo que los jóvenes aprenden en preescolar ofrece una ventaja.

Hay otras evidencias de que las matemáticas importan desde los primeros años de vida. Diversos estudios con bebés y una variedad de animales muestran que una capacidad relacionada —la de calcular números sin contar— es intuitiva, como si estuviera programada en el cerebro, dice Mann Koepke, del Instituto de Salud Infantil y Desarrollo Humano de los NIH. Esa es la capacidad que le permite a uno elegir la fila más corta para pagar en el supermercado o que guía a un pájaro hacia el arbusto con la mayor cantidad de moras.