Tornado une a hispanos y blancos en Alabama
EDITORES: Con AP Fotos.
KILPATRICK, Alabama
Durante años antes de la llegada de un tornado pocos, excepto los inmigrantes que trabajan en las plantas avícolas cercanas, se aventuraban por los caminos de tierra llenos de baches del “Pequeño México.”
La comunidad, cuyo nombre oficial es Kilpatrick, tiene una gran población de residentes latinoamericanos que anteriormente interactuaban muy poco con los nativos blancos no hispanos.
Por extraño que parezca, fueron dos tornados que pasaron por la zona en marzo pasado, con sus destructivos vientos de 125 mph y furia demoledora de casas el que empezaron a unir a los dos grupos, a pesar de que destruyó buena parte de lo que poseían.
Las personas comenzaron a trabajar juntas limpiando escombros después de la tormenta, sin importar el idioma ni la cultura, y de repente la gente comenzó a llevarse mejor. Jacky Clayton, subjefe de la Policía de Crossville, que incluye parte de Kilpatrick, no sabe exactamente lo que pasó, pero dice que las cosas parecen menos tensas ahora.
“Tal vez es sólo un poco más de comprensión del amor fraternal”, dijo Clayton.
Iván Barrera, originario del estado mexicano de Puebla, de 31 años de edad y propietario de una tienda de abarrotes latinoamericana en la ciudad, dijo que durante gran parte de los siete años que ha vivido allí ha sentido una cierta “neutralidad” entre las comunidades de inmigrantes y los nativos. No animosidad evidente, pero tampoco una conexión significativa.
“Creo que las cosas han mejorado desde la tormenta”, dijo.
Derribar los muros culturales fue un logro bastante notable en un estado que hace dos años aprobó la ley más dura en el país contra la inmigración, y que ahora se está preparando para los resultados del prolongado debate en Washington sobre la reforma a las leyes federales que regulan la llegada de inmigrantes.
Situada a unas 75 millas al noreste de Birmingham, la comunidad de Kilpatrick ha atraído a cientos de inmigrantes de México, Guatemala y otros países de América Latina, que se trasladaron a la zona rural en la última década para trabajar en plantas procesadoras de pollo.
Se estima que unos 2,000 inmigrantes viven en Kilpatrick, pero el número exacto es difícil de calcular debido a la transitoriedad de algunos de los trabajadores y el hecho de que muchos llegaron sin permiso legal.
Pero su influencia es inconfundible: más de 60% de los 600 estudiantes de la escuela primaria de Crossville, a la que asisten muchos niños de Kilpatrick por estar ubicada en las inmediaciones de la ciudad, son hispanos, algo inusual en un estado donde sólo el 4% de la población es hispana.
Al recorrer la zona no es difícil entender por qué tantas personas lo llaman Little Mexico (Pequeño México) o, alternativamente, Little Tijuana (Pequeña Tijuana). Letreros en español anuncian de todo, desde tacos a un dólar en el puesto El Taco Único, ubicado en la carretera, hasta galletas, piñatas y especias en una panadería mexicana.
Rosemarie Chávez, que se mudó a la zona hace unos 16 años y que recientemente ha asumido el papel de enlace entre los inmigrantes y los nativos de Alabama, dijo que la población hispana creció rápidamente una vez que los hacendados comenzaron a subdividir las tierras de pastoreo y a vender terrenos y casas móviles a las familias que se mudaban para trabajar en las plantas procesadoras de pollo.
Sin embargo, a medida que el poblado creció, se convirtió en blanco del ánimo antiinmigrante que había empezado a crecer en el sur y otras partes del país.