Recomiendan examen para detectar hepatitis C
Esta enfermedad se ha convertido en una de las infecciones virales de mayor transmisión en toda la nación y presenta una tasa de mortalidad elevada
Ocho de cada 10 personas infectadas con el virus de la Hepatitis C padece una inflamación crónica del hígado. Asimismo la hepatitis C es una de las principales causas de cáncer de hígado y de cirrosis hepática.
De acuerdo con el Centro Para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) unos 5 millones de estadounidenses padecen hepatitis C y cada año aparecen 15 mil nuevos casos. La mayoría de las personas que viven con hepatitis C no sufren problemas serios de salud relacionados con ella a lo largo de su vida o tardan muchos años, incluso décadas en desarrollar los síntomas.
En más del 80% de los casos la enfermedad se vuelve crónica y en una proporción pequeña la enfermedad puede ser grave. No obstante, la detección temprana de esta patología es importante porque puede evitar complicaciones futuras, como daños en el hígado, cirrosis y hasta la muerte.
Si usted nació entre 1945 y 1965 tiene cinco veces más probabilidad de estar infectado con la enfermedad. El CDC afirma que 75% de los adultos con hepatitis C nació durante esos años, aunque todavía no se conocen con exactitud las razones. También podría estar en riesgo si ha recibido transfusiones de sangre, si ha utilizado drogas inyectables, si es paciente de hemodiálisis o si ha tenido alguna enfermedad hepática.
Casi siempre el diagnóstico se produce cuando el médico nota una alteración en los niveles de las transaminasas hepáticas que se detecta a través de una sencilla prueba de sangre. Posteriormente, una test que detecta anticuerpos contra los antígenos del virus se utiliza para realizar el diagnóstico definitivo. Sin embargo los anticuerpos pueden tardar hasta tres meses en producirse en cantidades suficientes para que sean detectados en un examen de sangre.
La prueba de la reacción en cadena de polimerasa, que detecta material genético del virus en la sangre, también se utiliza para diagnosticar la hepatitis C. Sin embargo, debido a su costo sólo se recomienda cuando hay una sospecha clara de contagio.
Todavía no hay una vacuna que pueda evitar la infección por el virus de la hepatitis C, por lo que la prevención juega un papel importante para disminuir el riesgo de contagio. La forma más común de contagio es a través de transfusiones sanguíneas, trasplantes de órganos infectados, uso compartido de agujas para la administración de drogas intravenosas, y contacto sangre con sangre a través de mucosas con heridas.
La convivencia social normal no conlleva un particular riesgo de infección. No se transmite a través de los besos, la leche materna, ni por compartir utensilios de uso común.