Rita Moreno se muestra con más ilusión que nunca
La legendaria artista presenta ahora sus memorias en español... y no oculta nada.
Decir el nombre de Rita Moreno es recorrer más de 60 años del mundo del espectáculo, del cine, la televisión y el teatro.
También es decir a una estrella que luce en su hogar un Oscar, el Globo de Oro, dos Emmy, un Grammy, un Tony, la Medalla Presidencial de la Libertad y la Medalla Nacional de las Artes, un hito raramente igualado (a todos estos galardones se unirá en enero próximo el SAG del Gremio de Actores del país a una carrera).
La ambición de adentrarse en el mundo de la actuación y del baile siempre estuvo en ella, desde niña. Tras llegar a un Nueva York muy diferente al de hoy —algo que hizo acompañada de su madre, a los cinco años, tras vivir primero en su añorado Puerto Rico—, la estrella de West Side Story no tardó en aprender los resortes del arte dramático, como dobladora y bailarina.
Rosa Dolores Alverío, su verdadero nombre, nacida hace 81 años, empezó a trabajar a temprana edad y con poco más de 20 años ya se codeaba, aunque en papeles secundarios, con estrellas como Mario Lanza o Gene Kelly.
Hoy la que también ha sido estrella de obras como The Ritz, The Glass Menagerie, Chicago, The Odd Couple o The Vagina Monologues —y que mantuvo una tormentosa relación con Marlon Brando— presenta su autobiografía en español, Rita Moreno. Memorias (editorial Celebra, $17).
Por tal razón, ayer habló con La Opinión, vía telefónica desde un hotel de Beverly Hills, con su habitual entusiasmo, ilusión y corazón abierto. Algo que también refleja en la versión auditiva original en inglés, que fue narrada por ella misma.
“Es tan personal, íntima y conmovedora”, define Rita Moreno esa versión. “Es mi vida y mi voz”.
¿Cómo fue ese proceso de leer y repasar su vida una ves más?
Se hizo muy difícil, porque cuando llegué a momentos de emoción, tragedia o tristeza, mi voz me delataba. Yo le dije al director que quizás la gente pensaba que estaba utilizando [esa emoción] para llegar al lector. Pero él me dijo: “esa es tu vida. Si a ti te afecta, pues te afecta”.
¿Cómo definiría al Nueva York que conoció de niña?
Frío, gris, no amistoso, no caluroso, extranjero, exótico en el sentido que yo no conocía nada. Por supuesto, no hablaba nada de inglés… Le pregunté a mi mamá qué pasaba que los árboles no tenían hojas. ¡Yo nunca había visto un árbol sin hojas en Puerto Rico! Puerto Rico para mí todavía es hoy un paraíso.
Cuando lee hoy comentarios de actores que vienen al país y se quejan de su situación, ¿qué piensa?
Siento envidia. Porque yo tuve que luchar tan duro. Ese tipo de lucha, hoy en día, no existe. Todavía es difícil para los latinos. Como Ricardo Montalbán decía: ‘la puerta está un poquito abierta’, pero todavía hay que empujarla para abrirla. Pero está abierta. Cuando yo llegué a Hollywood estaba cerrada.
Usted pareció lograr ir más allá del estereotipo en sus primeros papeles cinematográficos…
Mucho de esos papeles eran tan estereotípicos: eso me deprimía tanto… Yo viví esa vida por muchos, demasiados años, hasta que me dieron el papel de Anita en West Side Story.
Hablando de ‘West Side Story’. ¿Cómo fue trabajar con Jerome Robbins [el co-director]?
Jerome era un genio. Pero también un sádico. Creo que sufría que auto-desprecio. Creo que odiaba el hecho de ser judío. Gente que se odia a sí misma, muestra ese odio en los demás. Son gente que se siente inferiores, y fuerzan a los demás a sentirse igual. Pero si Jerome estuviera vivo hoy, haría lo que hiciera falta para trabajar con él, porque era un genio.
‘West Side Story’ sigue siendo memorable.
Lo importante es que es un musical que no tenía [nada sofisticado]: era tan diferente… que yo creía que no iba a tener nada de éxito [risas]. ¡Nada! Y ahora, 50 años después… [risas].
Pero antes de ‘West Side Story’ estuvo ‘Singin’ in the Rain’…
¡Ay! Casi mi película favorita. ¡Tan chistosa! Cuando Gene Kelly habla de la dignidad ante todo y luego tropieza inmediatamente… [risas].
La dignidad es lema de su libro también. En su carrera y en su vida.
La dignidad es lo más importante. Yo pienso que, en mi juventud, me trataron muy mal en Hollywood, sin respeto. Y fue no sólo porque era una mujer muy joven. También porque era muy atractiva. ¡No lo podía evitar! [risas] Hubo mucha humillación y racismo, que nunca era obvio. Fue tan importante agarrarme a mi dignidad, porque si uno se respeta a sí mismo, el [mundo] tiene que prestar atención.
¿Y cómo superó esa situación?
Con trabajo duro, lucha, siempre mirando hacia adelante, manteniendo la cabeza erguida. Ese respeto vino con [los filmes] The King and I y West Side Story. Después eso, gané mi Oscar y el Globo de Oro… y no trabajé en películas durante siete años…
¿Cómo es posible?
¡No lo sé! ¡Eso es Hollywood! Bueno… creo que sí lo sé. Los productores no creyeron que podían encontrar otro papel para mí [después de West Side Story]. Es muy cerrado de miras, pero las cosas no han cambiado tanto… ¿Qué hizo durante esos años?
Lo que hice fue hacer teatro y televisión. Lo que se ofrecía. Eso es lo que hice. Por lo menos pude seguir trabajando.
A veces lo llaman ‘la maldición del Oscar de Reparto’…
No, no. Yo no creo en eso. Te voy a decir algo sobre los Oscar. Cuando actores de reparto ganan un Oscar cometen un error: piden demasiado dinero, se les hace la cabeza demasiado grande. Eso pasa con frecuencia.
Usted hizo ‘Chicago’ y tuvo que enfrentarse a la coreografía de Bob Fosse…
Fue muy difícil, porque los movimientos son tan sutiles. La coreografía de Bob Fosse está llena de sutilidad: la cadera, las manos, los brazos…
¿Cree que el secreto de una buena vida personal y profesional es no tener lamentos?
Oh, sí. Son una pérdida de tiempo. Lo pasado está atrás. Mucha gente, especialmente latinos, tienen muchos, porque somos tan emotivos. Los lamentos [por lo que uno ha hecho] son una pérdida de tiempo, porque llegan demasiado tarde. Yo siento el haber tratado de suicidarme [en 1962, tras su relación con Marlon Brando]. Siento haber hecho sufrir tanto a mi madre y a mi hermano. Eso aún lo llevo conmigo. Nunca lo superaré. Pero, a parte de eso, hay que vivir el momento. Yo me siento tan feliz en este momento. Estoy en la flor de la vida. Me despierto por la mañana, a los 81 [años], cantando. Me siento tan feliz, tan libre, tan llena de vida y energía… Quiero decir a la gente que no se preocupen tanto, que vivan la vida, que sigan hacia delante.
¿Cuán importante para usted es saber perdonar?
Lo más importante del mundo. Hablo de eso en el libro. Si una no perdona, vive con esa angustia toda su vida. Y siempre empeora. El resentimiento aumenta. Es un vicio.
Si tiene que elegir a una persona, en su vida, del mundo del espectáculo que le gustaría destacar, ¿quién sería?
Esa persona era, como artista, Marlon Brando [risas]. Seguro que no esperaba esa respuesta… [contesta sin dudar y sin extenderse más al respecto].