‘Venía a matar’

Testigos y víctimas en Venice narran momentos de horror; hay un sospechoso detenido

Las autoridades revisaban ayer  cámaras de seguridad instaladas en los negocios cercanos al inicidente para recoger evidencia en contra de Nathan Campbell, detenido con una fianza de un millón de dólares.

Las autoridades revisaban ayer cámaras de seguridad instaladas en los negocios cercanos al inicidente para recoger evidencia en contra de Nathan Campbell, detenido con una fianza de un millón de dólares. Crédito: authors

La huella de una llanta en el malecón y un cajero automático destrozado fueron algunos de los pocos indicios que quedaban ayer domingo, un día después de que un conductor irrumpiera la turístico y concurrida Playa de Venice y arrollara a peatones y comerciantes del lugar dejando 11 heridos y a una turista que disfrutaba de su luna de miel, muerta.

La tragedia,ocurrida a eso de las 6 de la tarde del sábado, fue presuntamente ocasionada por Nathan Campbell, un residente de Los Ángeles, de 38 años de edad, quien se entregó dos horas después de incidente. Campbell se encontraba ayer tras las rejas con una fianza de un millón de dólares, por cargo de asesinato, de acuerdo con Andrew Smith, Comandante del Departamento de Policía de Los Ángeles.

Sin embargo, ayer aún se desconocían los motivos que habrían llevado a Campell a embestir con su auto a los trenseuntes.

Kirk Albanese, subjefe de la policía, se negó a hablar sobre el móvil, pero dijo que no había indicios de que el ataque fuera un acto terrorista o que alguien más estuviera involucrado.

La teniente Cheryl MacWillie, de la oficina forense del condado de Los Ángeles, identificó a la víctima fatal como Alice Gruppioni, de 32 años, quien había llegado a Los Ángeles desde Bologna, Italia, para pasar su luna de miel. Aparentemente, Gruppioni fue levantada por el auto y rebotó repetidamente en el capó, mientras el conductor conducía a unas 50 millas por hora.

Diez de las víctimas fueron llevadas a hospitales locales, informó la vocera del Departamento de Bomberos de Los Ángeles, Katherine Main. Dos de ellas sufrieron heridas críticas, y ocho fueron atendidas por heridas leves.

“Venía a matar”, aseguró Walter Estrada, uno de los vendedores de los puestos que se encuentran en el malecón. “Pudo haber parado, pero no lo hizo. Iba zigzagueando, como apuntando a la gente. Nunca en mi vida vi algo así, parecía una película. Todo pasó en cuestión de segundos”, relató.

El conductor manejó en dirección al paseo marítimo, por la avenida Dudley, y dobló a la izquierda entrando al malecón repleto de gente. Dudley termina en el paseo y tiene postes amarillos para que los autos no puedan pasar, pero el sospechoso logró escurrirse con su auto entre los postes llevándose por delante un cajero automático.

Cámaras de seguridad muestran que el conductor había estacionado su vehículo a lo largo del paseo marítimo para contemplar a la gente, antes de subir al auto y entrar al malecón.

“La gente gritaba, otros estaban sangrando, caídos en el piso”, describió Estrada. Según las autoridades, había víctimas diseminadas en el malecón, a lo largo de un cuarto de milla.

“Nosotros estábamos sentados cuando vimos entrar al auto, tenía las ventanas oscuras”, recordó Mustafá Balci, quien junto con su esposa Yesim tiene un puesto de artesanías en la esquina de Dudley. “Primero golpeó a unos clientes que estábamos atendiendo, que cayeron al piso, rompió la mesa con la mercancía y nos atropelló a mi esposa y a mí”. Yesim tuvo que ser llevada al hospital.

“Al lado nuestro estaba Linda, que tiene un puesto de lectura de manos y quien también fue atropellada”, indicó Balci. Como resultado del incidente, Linda, de 75 años de edad, resultó con tres costillas rotas.

Los Balci perdieron toda su mercadería. “No tenemos seguro médico. Espero que el ‘Obamacare’ nos ayude a pagar los gastos del hospital. Nunca en vida había visto algo semejante”, indicó el inmigrante, que llegó de Turquía 18 años atrás.

Según los récords de detenciones del condado de Los Ángeles, 11 años atrás, el sospechoso fue condenado en la Corte Superior de Santa Mónica, por iniciar un fuego sin permiso, en propiedad privada. El mismo año, fue detenido por embriagarse en público y resistir a la policía.

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