‘Nota roja’ en Acapulco

Reportar la violencia en el puerto es un riesgo que solo pocos se atreven a correr

Los reporteros de la fuente policiaca en Acapulco, Guerrero, realizan su trabajo bajo un constante riesgo para sus vidas.

Los reporteros de la fuente policiaca en Acapulco, Guerrero, realizan su trabajo bajo un constante riesgo para sus vidas. Crédito: <copyrite> La Opinión - s</copyrite><person>Isaías Alvarado< / person>

segunda de una serie

ACAPULCO, Guerrero.— Ellos reportan una guerra que se libra en su propia casa, por eso su oficio es llamado “periodismo de alto riesgo”. Son los reporteros de la fuente policiaca de Acapulco, los encargados de informar al mundo de los múltiples asesinatos que ocurren en uno de los lugares más peligrosos para ejercer la profesión.

Han sido testigos de las jornadas sangrientas en el puerto: decapitados, quemados, fusilados, ahorcados, desmembrados, fosas clandestinas… todo ese horror que los narcos han sembrado desde 2005.

Pocos han aguantado el trote por amenazas de las mafias y por miedo a lo que ha pasado en el gremio: dos periodistas han sido asesinados y dos más siguen desaparecidos en los últimos seis años. Además, sicarios ametrallaron e intentaron quemar las antiguas instalaciones del diario El Sur en 2010.

A la par están los choferes y camilleros del Servicio Médico Forense (Semefo), responsables de levantar los muertos. En cinco años, el trabajo en la agencia se ha disparado un 500%, pero la plantilla es la misma desde entonces. Recoger los cadáveres con bolsas de plástico en lugar de guantes, un solo camillero levantando varios cuerpos, son reflejo de las carencias en esta dependencia. En tanto, funerarias y cementerios se encuentran en una época de bonanza. Las víctimas de la guerra que el gobierno mexicano emprendió contra las mafias en Acapulco subieron la demanda de este tipo de servicios. “Al rato no van a caber los muertos aquí”, dice un muchacho que se dedica a limpiar lápidas en el panteón Valle de La Luz, en la entrada del Acapulco urbano.

Cada fin de semana los deudos llevan flores, oraciones y hasta música, pero la inseguridad les impide velar en el cementerio en el Día de Muertos.

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