Un duelo entre peloteros cubanos

El lunes en la noche en estadio de los Miami Marlins más de 27,000 fanáticos presenciaron una gran fiesta deportiva. Por primera vez se enfrentaron los dos novatos cubanos que se disputan el título del Mejor Novato del Año en la Liga Nacional.

En un dugout estaba el estelar lanzador cubano de los Marlins, José Fernández. En el otro estaba el también sensacional, aunque controversial novato de los Dodgers de Los Angeles Yasiel Puig.

Los dos jóvenes tienen 21 y 22 años respectivamente. Los dos se escaparon de Cuba en pequeñas embarcaciones. Los dos intentaron salir más de una vez. A Fernández su primer fracaso le costó un año de cárcel; a Puig que le echaran del equipo nacional.

A Puig le gusta jugar pelota y le molestan los periodistas con sus preguntas indiscretas. Pero como estrella, al fin, tuvo que someterse a una conferencia de prensa.

Fernández es mucho más amable con los periodistas y con los fanáticos. El contesta todas las preguntas y hasta firma pelotas a los chicos que se la piden antes de los juegos.

Pero en le terreno los dos juegan con igual intensidad. Eso es lo que los ha convertido en estrellas en un abrir y cerrar de ojos. A los dos les espera un futuro brillante. Ya Puig tiene un contrato con los Dodgers de $42 millones por siete años, mientras Puig sólo gana $490,000 con los Marlins, un equipo de nómina baja. Pero el también ganará millones, y muy pronto.

Las familias de ambos viven en Miami, aunque Puig no está al tanto de los debates políticos entre los exiliados cubanos en el sur de la Florida. Por eso Puig dice sin vacilar que a él le gustaría jugar con la selección cubana en el Clásico Mundial de Pelota.

Dice que no le importa si tiene que jugar con cubanos que viven en el exilio, como si le piden integrarse a la selección que escoja el gobierno de Raúl Castro. Dijo que esas cosas no le importan y que en el terreno daría su mayor esfuerzo en cualquiera de los dos casos.

Para muchos fanáticos, columnistas de deportes y cubanos en el exilio, Puig es demasiado arrogante para ser novato. A él las críticas no le molestan. Hanley Ramírez, el extorpedero de los Marlins, ahora con los Dodgers dice que Puig no acepta que le impongan reglas. El sigue las suyas.

Fernández es el polo opuesto. El obedece las reglas y juega con un afán parecido al de un niño con un juguete nuevo.

El lunes, Fernández ganó el duelo entre novatos cubanos. Puig se fue en blanco contra Fernández.

A Puig los fanáticos lo adoran o lo odian. Lo mismo ocurre entre los exiliados del sur de la Florida. A los que creen que todo tiene que ver con la política les preocupa eso de que Puig quiera jugar con el elenco cubano. A los que les gusta el deporte por arriba de todo, miran a Puig como una estrella naciente y los aplauden con delirio.

A los verdaderos fanáticos del deporte lo que le interesa es ver cual de los dos novatos se destaca más en lo que queda de temporada y gana el título de Novato del Año. Ellos disfrutan lo que ven a plenitud.

Y yo, que llevo seis décadas como fanático de la pelota y de los peloteros cubanos estoy gozando de lo lindo. Hay peloteros cubanos que han ganado el cetro como mejor bateador de una temporada y lanzadores que han logrado lo mismo. Cuba ha dado muchas estrellas a la pelota de Grandes Ligas.

Pero, lo que nunca había sucedido es que dos novatos cubanos estuvieran en una lucha a brazo partido por ganar el título del Novato del Año.

Eso es especial y hay que saborearlo, ya que eso no se da todos los días.

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