Juicios sin fin en cortes de El Bronx

Los retrasos en la evaluación de casos como el del boxeador asesinado Ronney "Venezuela" Vargas demuestran que la justicia es lenta en el condado

Nueva York — Dicen que la justicia es ciega. En El Bronx, además es lenta, como demuestra el juicio contra José Coimbre, que ilustra por qué los atrasos en la corte del condado de la salsa son legendarios.

Coimbre está acusado de disparar mortalmente contra Ronney “Venezuela” Vargas, de 20 años, el 16 de agosto de 2008. El caso, cuya selección de jurado inició esta semana, se debía haber resuelto en dos años. Sin embargo, la inercia de la corte y las maniobras dilatorias de su abogado lo mantienen en el limbo cinco años y 14 días después.

Tras la llegada en enero de un equipo especial de jueces traídos para resolver los 931 crímenes graves que tenían más de dos años de antigüedad en la zona, el caso sigue a “paso de tortuga”.

El lunes no pudo iniciarse la selección del panel porque el acusado se negó a salir de su celda y acudir con el uniforme carcelario. El Departamento de Instituciones Penitenciarias dijo desconocer que la comparecencia de Coimbre era para juicio y que, por lo tanto, tenía derecho a vestir de civil.

Patrick Watts, el abogado privado del individuo, recibió una llamada de su cliente desde la cárcel, a eso de las 10 a.m., pero no informó de la misma al tribunal sino más de una hora después, cuando llegó a la sala. El juez James M. Kindle envió una solicitud a la cárcel de Rikers Island, indicándoles que su comparecencia era para juicio. Asimismo, pidió que saliera diariamente en el primer autobús del día para evitar más demoras.

El martes, ninguno de los 52 potenciales jurados entrevistados por la fiscalía y la defensa pasaron la escogido. Uno de los principales escollos es que se prevé que el juicio se extienda hasta seis semanas o más, lo que hace aún más difícil formar el panel.

El miércoles, la oficina de Watts informó que a éste se le había complicado su condición de diabetes y que no acudiría. “Estamos asumiendo que estará bien mañana”, decidió Kindle. “Lo pospondremos y seguiremos en contacto con él”.

Al día siguiente, el abogado tampoco apareció y el proceso se pospuso para el martes, 2 de septiembre, ya que el lunes, Día del Trabajo, es festivo. En total, en la primera semana, por una razón u otra, solamente dedicaron un día a la selección, y encima resultó infructuosa.

“Esto son puras triquiñuelas de su abogado”, declaró Germán Vargas, padre de la víctima, que suele venir acompañado de sus dos hijos, a lo que ellos califican de “tortura”.

El representante legal es conocido en la corte por presentarse tarde y por agotar todas las demoras posibles. Un juicio con él, dicen funcionarios, es un dolor de cabeza. Llamadas realizadas a su oficina no fueron respondidas.

La estrategia de posponer los casos, ya sea para lograr un acuerdo favorable o que los testigos no recuerden o no quieran testificar, es efectiva en El Bronx, donde sus fiscales no ganan ni la mitad de los pleitos.

Watts es un abogado particular y los jueces no pueden quitarle el caso, como podrían hacer con uno nombrado por la corte y pagado por los contribuyentes.

La fiscal del caso, Christine Scaccia, también se destaca por sus atrasos. Del “paquete” de 931 que trabaja, tiene seis de más de 4 años y muchos más que sobrepasan los dos años de litigio.

Su demora más considerable fue en el 2011, cuando al no cumplir los plazos legales tuvo que retirar los cargos contra Darren Morris, acusado de intentar asesinar, en el 2009, al policía Daniel Beddows.

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