Estados Unidos ha perdido el rumbo

Tratando de seguir los pasos de su padre, el líder de Siria Al-Assad decidió tratar de acabar con cualquier oposición a sus políticas armadas. La gente se alzó, se desató una guerra y mercenarios se infiltraron en la pelea.

Entonces un idiota insidioso decide lanzar gas sarín en la mezcla de bombas y balas. Millones de personas han sido desplazadas, miles están muriendo. Las naciones vecinas están tensas tratando de mantener la entrada de refugiados, mientras que abusadores de otras partes tratan de estimular el conflicto.

Rusos e iranies apoyan el regimen sirio, mientras que sauditas y qataríes les pasan dinero y armas a los insurgentes. Los Estados Unidos, tras repartir toneladas de ayuda humanitaria entre los que sufren, ahora tiene barcos de guerra en costas cercanas esperando para atacar.

El argumento para el ataque ya fue dado. “Nosotros sabemos”, dijo el Secretario de Estado John Kerry. “Sabemos lo que los médicos y las enfermeras [de las víctimas] no reportaron – ni rasguños, ni heridas de metrallas, ni cortadas, ni ruidos de balas. Vimos filas de cuerpos tapados con sábanas, las telas blancas sin una mancha de sangre”. Como si morir con armas, en lugar de químicos, cambiara el hecho de haber muerto brutalmente.

Pero las armas son legales. Consecuentemente, también lo son las minas, las bombas de racimo, y los misiles que salieron de las naves de las “aliados”.

Lo que nos estamos diciendo es una absoluta tontería. El acto de matar debe ser aborrecido – sin importar sin las muertes fueron por químicos o bombas.

Además, usar armas químicas es tan ilegal como lo son los ataques unilaterales. El expresidente Jimmy Carter nos recordó, “Una respuesta punitiva militar sin el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU o sin amplio apoyo de la OTAN o de la Liga Arabe sería ilegal bajo la ley internacional y tiene pocas probabilidades de cambiar el curso de la guerra”. Aún así, los Estados Unidos lo haró porque “nosotros sabemos”.

Bueno, también sabemos lo siguiente:

Sabemos que la región del medio oriente es extremadamente volatil y está en continua disputa con Irak, Libano, Egipto, Libia, Tunisia, Barein, Yemen, Israel,Cisjordania y la franja de Gaza.

Sabemos que en Siria hay células de Al Qaeda y que el grupo Al Nusra está siguiendo su ejemplo terrorista.

Sabemos que Hezbollah está ayudando a Siria, y que fueron tan efectivos como Israel en 2006.

Sabemos que Rusia, Iran, Libano, Jordania, Turquía, Irak, e Israel podrían ser arrastrados en una lucha regional uno por uno o simultaneamente.

Sabemos que unas pocas bombas no harán nada más que amedrentar a muchos, causar un daño excesivo, y herir o matar a quienes están tratando de salvar.

Sabemos que la guerra es contraproducente y una herramienta sobreestimada, y sabemos que sus dolorosos efectos perduran por mucho tiempo. El trastorno por estrés post-traumático es sólo el comienzo.

Los Estados Unidos ha perdido su rumbo. Es tiempo de que nuestro cuerpo de seguridad nacional use la diplomacia y el diálogo. Ciertamente no ha olvidado el esfuerzo humanitario; ha trabajado duro en ayudar a los sirios desplazados, los enfermos, los que no tienen que comer. Sin embargo, un inmenso vacío se ha creado entre el alivio humanitario y el lanzamiento de bombas.

El gobierno federal debe devolver, reconstruir y revivir el civismo en su cuerpo de seguridad nacional, apoyar a quienes previenen el conflicto, estimular las negociaciones efectivas, y proveer asistencia para sistemas políticos y económicos más robustos. Estas son unas pocas de las muchas alternativas para prevenir y pensar más allá de la guerra, la cual debe ser nuestro último recurso— no la primera opción después de un largo período negligencia en esta o cualquier región.

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