El baile regional como una expresión de unidad

Danza del Ballet Folklórico Mexicano.

Danza del Ballet Folklórico Mexicano. Crédito: cortesia

Del trabajo al ensayo y del ensayo a las calles. Así viven cientos de jóvenes mexicanos en la gran manzana, quienes en su afán de difundir los valores culturales de su país se ven en la necesidad de sacrificar sus compromisos personales y familiares para poder bailar.

Se tratan de los grupos de baile regional que en los últimos años forman parte del crisol cultural de Nueva York. Pese a que no se tiene un registro sobre el número de escuelas de baile, lo cierto es que dichos institutos son centros en donde se siembran los valores culturales del país azteca. Dichos grupos lo mismo bailan en Iglesias, parques públicos y sitios de renombre, como es el caso del Ballet Folklórico Mexicano de Nueva York, el cual recientemente presentó un colorido espectáculo del estado de Oaxaca en el auditorio National Grid, en Brooklyn.

“Creo que tenemos una buena relación con todas las agrupaciones culturales y todos nos reciben con los brazos abiertos. Además, entre nuestros alumnos se integra gente de otras partes de Latinoamérica”, indicó Aldo Cano, vocero de la organización.

Pese a que el proyecto inició con la promoción de la cultura mexicana, el grupo se ha convertido en un punto de unidad de todos los latinoamericanos, y sobre todo un sitio en donde los jóvenes latinoamericanos mantienen una identidad. Todo eso, bajo el liderazgo del director artístico, José ‘Cuco’ González”.

Otros grupos buscan a través del baile regional la preservación de los valores familiares y los valores culturales para las segundas y terceras generaciones, tal como lo hace Alfonso Xicali, quien desde 2001 dirige el grupo de danza Xicali, en El Bronx

“Comencé a bailar desde temprana edad en Ciudad Netzahualcóyotl. Pese a que yo soy originario de Puebla, radiqué muchos años en este municipio del Estado de México y de ahí me vine a los Estados Unidos, en donde fundé mi escuela. En nuestras clases tenemos niños de cuatro o cinco años que me atrevo a pensar nunca han visitado México”.

De esta forma, continúa Xicali, “en nuestra escuela se imparten clases de baile regional mexicano, aunque a veces hay que darle paso a otros géneros anglosajones, pues es algo que le gusta a los niños nacidos aquí. Incluso, al término de la sesión nos comemos unas tortas o tacos junto con ‘hot dogs’ o ‘macaroni’ con queso”.

Para otros grupos, el baile es una manera de trasladarse a su lugar de origen, como es el caso del grupo Danza de Mora, originario de San Pedro Benito Juárez, en Atlixco Puebla. Ahí, los estudiantes buscan revivir los momentos vividos en México. “Quisiéramos traer la herencia de nuestro pueblo a Nueva York”, dice Petra Martínez, quien imparte clases en Queens. “No somos profesionales, pero los que conformamos nuestro grupo se desviven cada vez que nos presentamos en una iglesia o en un parque”.

Y pese a que formar una escuela de baile genera una derrama financiera entre sus miembros –la mayoría de ellos financian sus uniformes y transporte con recursos propios–, “lo cierto es que el baile es una pasión, una forma de vivir los valores culturales que nos heredaron nuestros antepasados”.

Para otros, sin embargo, bailar no es sólo aprenderse unos pasos o lucirse en la tarima; es también una forma de aprender un poco de historia. Tal es el caso del grupo de danza Yaqauhki Tezcatlipoca, cuyo director, Tezcalt Arias, imparte clases en Queens desde hace seis años.

“Nosotros nos especializamos en la danza autóctona azteca y eso implica no sólo danzar, sino también conocer todos los aportes que esta cultura, los mexicas, heredaron a los mexicanos. Es nuestra danza, y eso nos obliga a mantenerlo”, asegura Tezcalt.

Las clases se imparten en las inmediaciones del Parque Flushing en Queens, con residentes locales, dice Tezcatl. “Sin embargo, en los últimos años se han integrado gente de otros condados, incluyendo del norte del estado de Nueva York”.

Rafael Garrido, quien reside en El Bronx y quien es representante de los Chinelos de Morelos, explicó sobre su grupo, el cual comenzó en 1987:

“Los Chinelos son una burla hacia los franceses invasores. Los mexicanos se burlaban de ellos por la forma en que vestían y comían”.

Agregó que la existencia del grupo se debe en parte a las colaboraciones de ellos mismos. “Estamos bailando la tradición de nosotros desde hace tiempo. El grupo se mantiene con las donaciones de sus miembros y otras personas”. Lo más importante, dijo, “es enseñarles a mis hijos nuestras raíces, nuestra cultura, y eventualmente sacar ese estrés que muchas veces traemos adentro”.

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