Una obsesión enfermiza

Otra vez el ala más radical de la bancada mayoritaria de la Cámara de Representantes se salió con la suya, para ligar los próximos votos sobre el presupuesto federal y la deuda pública con la eliminación de la Ley de Atención Accesible médica.

El liderazgo legislativo republicano temeroso a que un enfrentamiento directo con la Casa Blanca —que conduzca a un cierre del Gobierno que los perjudique políticamente— tenía un plan para dar espacio a quienes votar por la vez número 40 en contra de la reforma creando la menor repercusión posible.

Sin embargo, esto fue insuficiente para unas decenas de legisladores duros que finalmente prevalecieron de nuevo con propuestas que son un ejercicio ideológico destinado al fracaso. Por ejemplo, además de quitarle los fondos al Obamacare, se exige continuar con los recortes del secuestro presupuestal, los principios de una reforma impositiva y el oleoducto Keystone.

Si bien la estrategia de todo o nada, no es nueva, no deja de llamar la atención la obsesión republicana con desmantelar la reforma médica.

Es más, este parece ser el único factor de cohesión en una mayoría legislativa incapaz de ponerse de acuerdo siquiera para aprobar una ley agrícola sin despedazarla, y mucho menos siquiera aprobar una de los 12 leyes de asignación de fondos del Gobierno.

Ese fracaso se utiliza como extorsión para extender el financiamiento gubernamental hasta mediados de diciembre para volver a la carga con nuevas demandas y chantajes.

Lo insólito de todo esto es que mientras la obsesión contra la reforma médica domina un ala del Congreso, la ley se va implementando alrededor del país. Ya hay mucha gente beneficiada por expansión de cobertura y por las protecciones que gozan hoy los pacientes que antes estaban a la merced del capricho de las aseguradoras. No obstante, esos millones de personas beneficiadas poco significan para la cerrazón mental que domina la Cámara Baja.

ImpreMedia/La Opinion

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