Un ‘big three’ latino que firma triunfos

Adrián González, Yasiel Puig y Hanley Ramírez batearon cinco de los nueve imparables de los Dodgers

Adrián González le dio un doble que supuso la primera carrera, pero sobre todo la acción de rebeldía que quería todo el estadio y que necesitaba el grupo.

Adrián González le dio un doble que supuso la primera carrera, pero sobre todo la acción de rebeldía que quería todo el estadio y que necesitaba el grupo. Crédito: AP

El escenario se antoja, de todos modos. Imagínese usted a los Dodgers perdiendo anoche, y entonces amanecer 0-3 abajo frente a los Cardenales. Estar 0-3 en una serie del mejor a siete juegos que se firma con cuatro, era amanecer con la soga al cuello.

Lo bueno era que había otro escenario. Ganar. Una victoria que, vista en el expresivo tiempo presente, pasa frente a los ojos apenas como un dato estadístico, pero que vista a distancia retoma un valor fundamental, ya no tanto por el qué, sino por el cómo.

Con autoridad.

La victoria de Dodgers anoche, fraguada a pura convicción, con las armas empuñadas y sin mirar para atrás, ha sido un golpe a la mesa para decir: “Acá estamos”, y sí… “vamos a pelear hasta el final”.

Del equipo apocado que volvió de San Luis hecho trizas, ayer, en el “clubhouse” del vetusto Dodgers Stadium, ya no quedaba rastro. Causa y efecto de una victoria balsámica que abre la batalla por el boleto a la Serie Mundial, pero que a los inquilinos de “Dodgertown” les representa muchas más cosas.

Sí, hubo caras de estupor cuando Yasiel Puig se ponchó en su primer turno al bate y le agregó más a la estadística de lo previsible.

Y preguntas que flotaban en el aire: ¿y si el temible Adam Wainwrigth se viene hoy con uno de sus recitales y no hay cómo batearle?, ¿y si las costillas de Hanley?, ¿y si Adrián solo no puede?

Pero sí se pudo.

Lo primero fue saber que Hyun-Jin Ryu, el lanzador para el día, volvía a ser el hombre de 14-8 durante el año. Y que podía frenar a la ofensiva del equipo que más batea en la Liga Nacional (.269). Uno a uno los vio pasar, y en siete entradas pudieron conectarle tres hits.

Lo demás fue saber que el monstruo Wainwrigth era de carne y hueso. Primero le conectó Mark Ellis y después Adrián González le dio un doble que supuso la primera carrera, pero sobre todo la acción de rebeldía que quería todo el estadio y que necesitaba el grupo.

Entre todos un Yasiel Puig al que ya la prensa estadounidense se quería engullir vivo. El novato cubano volvió a la vida con triple impulsador y luego bateó otro imparable.

Y vino entonces Hanley Ramírez para completar el “big three” latino, en una noche a puro nervio en la que de los nueve imparables de Dodgers cinco los batearon sus tres hombres básicos, y ellos mismos se encargaron de producir las tres carreras del triunfo.

Victoria crucial para salir del hoyo, pero fundamental para recuperar la alegría de la gente y la confianza del grupo. Ahora Cardenales y Dodgers van a una serie a cuatro juegos, pero Mattingly cuenta con Kershaw y Greinke descansados, y con un equipo que ya probó que puede revertir los malos momentos.

Luego la seguimos

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