Hispanos en NYC sufren por partida doble paso de Sandy

Esther Yáñez emigró de Honduras con el recuerdo de la destrucción causada por el huracán Mitch, y en Staten Island enfrentó junto a su esposo el azote de la supertormenta

A Esther Yañez y su esposo Juan Acevedo, damnificados por Sandy, todavía les queda mucho por hacer en la reconstrucción de su vivienda en Midland Beach, Staten Island.

A Esther Yañez y su esposo Juan Acevedo, damnificados por Sandy, todavía les queda mucho por hacer en la reconstrucción de su vivienda en Midland Beach, Staten Island. Crédito: Zaira Cortés / EDLP

Nueva York — Unos días antes de que Sandy devastara su pequeña casa en Midland Beach, Staten Island, Esther Yáñez pensaba en la destrucción que el huracán Mitch causó en su natal departamento de Atlántida, Honduras.

Mitch, catalogado como la tormenta más mortífera del Atlántico en el siglo pasado, impactó el noreste de ese país el 26 de octubre de 1998, dejando a su paso más de 5,000 muertos y 8,000 desaparecidos.

“Mi familia perdió las siembras por las inundaciones. La ruina económica me obligó a emigrar a Nueva York”, expresó Yáñez, de 47 años.

A 14 años de Mitch, el 29 de octubre del año pasado, Esther revivió la terrible experiencia al enfrentar a la supertormenta Sandy, refugiada con su familia en el tercer piso de la casa de unos amigos cercanos.

“Sandy se fue, pero el miedo permanece. Escuchar ráfagas de viento me altera. La lluvia me provoca ansiedad. Un año no es suficiente para curar las heridas”, indicó. “Mi hija adolescente tiene problemas de comportamiento, la recuperación es lenta”.

Ayuda no es suficiente

El puertorriqueño Juan Acevedo, esposo de Esther, contó que para él, sin saberlo, la tragedia empezó poco antes de que Sandy destruyera la casa que compró hace 40 años, en las inmediaciones de la avenida Colony.

Por un error administrativo que aún está luchando por aclarar, la póliza de seguro de la residencia fue cancelada el 27 de octubre, dos días antes de que la furia del mar levantara sus cimientos.

“Las olas no eligieron ciudadanos o indocumentados, todos fuimos víctimas”, manifestó Acevedo, de 63 años. “La ayuda del gobierno fue poca, en los últimos meses he tenido que levantar mi casa con mis propias manos y limitados recursos”.

Acevedo estimó que Sandy le dejó pérdidas ascendentes a $300,000 entre daños a la residencia, autos y electrodomésticos. El hombre aseguró que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) le entregó $25,000 para reconstruir la casa y $6,000 para hospedarse en hoteles, en los que su familia permaneció por seis meses.

“Solicité seguro de desempleo y de eso vivimos. Mi esposa perdió su empleo como trabajadora de casa, las familias que le empleaban se fueron de aquí”, dijo Acevedo.

La casa, reconstruida en un 60% y rodeada de residencias abandonadas, aún tiene ventanas rotas, paredes roídas y algunas áreas del techo en malas condiciones, luego de que un árbol cayera sobre la estructura.

“Lo que antes era un vecindario colorido, ahora es solitario y triste. El escombro que aún no hemos podido limpiar es la tristeza”, expresó Esther, mientras miraba algunas fotos de su casa inundada. Algunas paredes aún conservan las marcas del nivel que alcanzó el agua.

Solidaridad como base

La pareja aseguró que la tragedia destrozó su vecindario, pero no la bondad de sus residentes. La familia logró restablecer un hogar digno con muebles y trastes regalados por otras víctimas.

En un intento por devolver la generosidad, la pareja alimenta a unos 15 gatos abandonados, luego de que varios vecinos decidieran mudarse. Su pequeño perro “Toby” es otro sobreviviente que la familia adoptó.

El dinero apenas nos alcanza para comer, pero unos dólares sobran para ayudar a las víctimas que pocos ven”, dijo la mujer.

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