La música norteña sobre los rieles de NYC

"Subterráneos: Música Norteña en Nueva York" retrata la historia de cinco grupos que popularizaron el género musical entre usuarios del sistema de trenes de la ciudad

Las interpretaciones de grupos de música norteña en el “subway” de NYC muestran la diversidad cultural en la Gran Manzana.

Las interpretaciones de grupos de música norteña en el “subway” de NYC muestran la diversidad cultural en la Gran Manzana. Crédito: Cortesía / Antonio Martínez de Alba

Nueva York — Los grupos mexicanos de música norteña, que entonan corridos al ritmo de acordeón y tololoche en los trenes de la ciudad, buscan escenarios más rentables lejos de los apretujados vagones.

El cambiante universo de los filarmónicos motivó a los cineastas mexicanos Gaspar Orozco y Karina Escamilla a realizar -en 2010- el documental “Subterráneos: Música Norteña en Nueva York”, que retrata la historia de cinco grupos que popularizaron el género musical entre usuarios del transporte público.

“Urgía contar la realidad de los músicos en los trenes antes de que dejara de ser, esa dinámica no dio tiempo para esperar por fondos o un mejor equipo de filmación”, expresó Orozco en entrevista telefónica. “Los grupos siguen el mismo camino de la vida del inmigrante. Es natural que busquen estabilidad y bonanza”.

El poblano Luis Tigre, uno de los protagonistas del proyecto con su grupo Fuerza Norteña del Tigre, cambió el acordeón por los sartenes. El verano pasado encontró empleo como cocinero en un restaurante de Queens.

“Es difícil ganar suficiente dinero de vagón en vagón. Muchos músicos prefieren un trabajo estable o tocar en fiestas sólo por contrato”, comentó. “Ganarse la vida sin acordeón y sombrero no significa que se deja de amar la música, eso el algo que se lleva en el alma“.

Varios grupos norteños, que antes alegraban el viaje de los usuarios del tren, ahora interpretan su repertorio en los restaurantes de vecindarios mexicanos. Es el caso de Los Diamantes de Puebla, que el verano pasado entonó corridos para los clientes de Hot Halapeño, en El Barrio. Otros, como Luís y sus Norteños, ofrecen sus servicios en quinceañeros, bodas y bautizos.

Francisco Rosales (44), un usuario de la línea de tren R, relató que, en el pasado, los Canarios del Norte le alegraban las mañanas con canciones como “La del moño colorado” o “Puñalada trapera”, pero en los últimos meses es difícil encontrarlos.

“Hasta los que no hablan español aprecian el ritmo y tararen las canciones. Los grupos norteños son el alma de los trenes”, opinó el trabajador de la construcción.

Gaspar Orozco, quien actualmente reside en Los Ángeles, coincidió con Rosales en que los filarmónicos que gustan de bota y sombrero, dan buen sazón al microcosmos de diversidad en el subterráneo neoyorquino.

“Tal vez una segunda generación de músicos mexicanos nos sorprenda en el próximo viaje en tren”, apuntó.

Karina Escamilla, codirectora del documental, dijo no estar sorprendida por el rumbo que tomaron los grupos norteños a cuatro años del filme, y no descarta la posibilidad de hacer un seguimiento de sus protagonistas.

“El nuevo ángulo abordaría la evolución de los grupos mexicanos de música norteña y los nuevos espacios en los que popularizan el género”, sostuvo la cineasta. “Pese a la dinámica, hay músicos para rato”.

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