La Cuba que verán los líderes
Se alista la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
Caracas Los presidentes latinoamericanos y caribeños que acudan a La Habana durante este fin de semana se encontrarán una ciudad que durante medio siglo ha aprendido a cambiar una y otra vez para que todo siga igual. Como el resto del país.
Rousseff, Kirchner, Peña Nieto, Maduro, Correa y el resto de los participantes en la cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), incluidos el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza (por primera vez en 50 años) y Ban Ki-moon, principal dirigente de la ONU, serán testigos privilegiados del nuevo ejercicio de supervivencia puesto en marcha por el castrismo, empeñado hoy en su giro de tuerca más atrevido: una batería de insólitas reformas económicas bajo el mismo yugo político. O como explica el propio comandante Raúl Castro: “la actualización del modelo socialista” para hacerlo más efectivo ante el peligro de bancarrota comunista.
Con tanto en juego, el hermano pequeño de Fidel (quien reapareció públicamente tras nueve meses de ausencia) no ha dudado un solo segundo en estrechar el cerco en torno a los disidentes internos. Ya lo adelantó el comandante revolucionario a principios de año: “Se afanan (los opositores) en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social Con ello pretenden inducir la ruptura entre la dirección histórica de la revolución y las nuevas generaciones”.
Palabras de alto calibre que precedieron a una Operación Limpieza que ha asfaltado calles, limpiado edificios, retirado mendigos y amenazado a los opositores de cara a la cumbre de la Celac. “Algunas medidas se parecen a esconder toda la suciedad bajo la alfombra”, se quejó la bloguera rebelde Yoani Sánchez.
Si los presidentes caminaran fuera de las calles preparadas para la ocasión comprobarían el estado penoso de muchas vías y edificios, pero también constatarían que las reformas económicas saltan a la vista.
La penúltima iniciativa se conoció la semana pasada: las autoridades levantaron la prohibición para que los ciudadanos alquilen viviendas y locales comerciales a las inmobiliarias estatales, pero impusieron precios imposibles para una población que ingresa $19 de salario medio y 9 de salario mínimo. Hasta los famosos cuentapropistas (trabajadores por cuenta propia, embrión de capitalismo a la cubana) pueden acceder a los alquileres.
La misma limitación que sufre la gran medida estrella, la compra de un vehículo, tras una prohibición descabellada que se prolongó durante más de 50 años: un carro les puede costar el salario de 111 años de trabajo.
Dos iniciativas entre las muchas que conviven hoy con el eterno desabastecimiento de productos básicos, que durante décadas han obligado a los cubanos a vivir en “estado de cola”, sigue golpeando todos los días a una sociedad acostumbrada a soltarse la lengua durante las esperas de las tiendas, supermercados o incluso frente a la mítica heladería Coppelia.