El Flanadero que endulza a El Bronx

Con pocos ingresos y tres hijas de quienes cuidar, Sierra decidió establecer un negocio de flanes caseros.

Con pocos ingresos y tres hijas de quienes cuidar, Sierra decidió establecer un negocio de flanes caseros. Crédito: <copyrite>EDLP</copyrite><person>Zaira Cortés< / person>

Nueva York — Al quedar desempleado a finales de 2010, el puertorriqueño Marcos Sierra (37) buscó el sustento en empleos poco estables, desde gerente en una ferretería hasta reportero en un semanario comunitario.

Con pocos ingresos y tres hijas de quienes cuidar, Sierra decidió tomar al toro por los cuernos y establecer un negocio de flanes caseros, hechos con la receta que su familia guarda celosamente generación tras generación.

En noviembre de 2011 el residente del vecindario de Norwood comenzó a comercializar el popular postre, pero más tarde la menor de sus hijas le dio la idea que lo llevaría a consagrarse como “El Flanadero” de El Bronx.

“Mi niña estaba comiendo helado napolitano (una mezcla de vainilla, fresa y chocolate) y me dijo que sería fantástico que mis flanes tuvieran muchos sabores”, comentó. “Pensé que era una visión de negocio realmente prometedora y no dude en concretarla”.

Sierra creó un menú de 20 sabores de flanes, incluido “Bonito Coquito”, hecho con la tradicional bebida navideña puertorriqueña de ron y coco. La variedad fue la clave para que el negocio prosperara, y consiguió distribuir sus flanes en decenas de bodegas del condado de la salsa.

“Para diciembre de 2011 unas 11 bodegas ya vendían mis postres, y para marzo de 2012 eran 25”, indicó con orgullo. “Desde Gun Hill Road hasta la calle 161 la marca ‘Flanadero’ se hizo famosa”.

Pronto bodegas en el norte del estado de Nueva York, Nueva Jersey y Boston hicieron pedidos, pero sin una camioneta para distribuir los flanes, Sierra se vio obligado a posponer la expansión de su pequeño negocio.

El incremento de precios en productos básicos es otro desafío difícil de endulzar, pero acostumbrado a no desistir, “El Flanadero” está en busca de nuevas oportunidades de negocio.

“Cuando empecé vendía mis postres a $1.50 por unidad de cuatro onzas, pero el costo de la leche, azúcar y huevos llegó a las nubes, tanto que en 2013 el precio de los flanes se duplicó”, se lamentó. “Los restaurantes son una alternativa para compensar la disminución de ventas en las bodegas”.

Además de recurrir a la “publicidad a la antigua”, hecha por recomendaciones de clientes satisfechos y de boca en boca, Sierra también promueve sus productos en las redes sociales.

“La social media es imprescindible, pero no sustituye el trato directo con el cliente. La gente quiere verme los ojos y estrechar mi mano al cerrar un buen acuerdo”, apuntó.

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