Funcionario de Food Bank lamenta nuevo recorte a SNAP

“Mi trabajo va a ser emocionalmente mucho más duro”, anticipó Daryl Foriest desde un centro de distribución en Harlem

Daryl Foriest, director de un local de distribución de alimentos en Harlem, precisó que, desde hace un año, tienen nuevos clientes.

Daryl Foriest, director de un local de distribución de alimentos en Harlem, precisó que, desde hace un año, tienen nuevos clientes. Crédito: EDLP / Gerardo Romo

Nueva York – Daryl Foriest es energía pura. Saluda con amplios abrazos y choca con fuerza la mano de los voluntarios que se acercan a ayudarle en el centro de distribución de Harlem del Food Bank de NYC. Foriest es el director de este establecimiento situado en la calle 116, de Manhatan. El Diario/La Prensa visitó el espacio, abarrotado de gente – “clientes” les llama Foriest-, preparando impuestos, recogiendo comida o esperando a ser atendidos para gestionar sus cupones de comida.

Foriest ve a una niña en la multitud y en seguida corre a buscarle un caramelo. “Nuestros clientes no sólo necesitan comida, también una mano que chocar, esperanza, que se les deje la puerta abierta”, explica con una sonrisa que desaparece cuando la conversación se centra en los problemas que tendrán que enfrentar quienes reciban un segundo recorte en sus cupones de SNAP. Después de la Ley Agrícola “mi trabajo va a ser emocionalmente mucho más duro”, dice.

“Voy a ver a más niños en la cola de la despensa que no entenderán por qué sus padres están ahí. Voy a ver a mucha más gente necesitando nuestros servicios porque no les llega con lo que reciben”, agrega.

Este gestor precisa que, desde hace un año, tienen nuevos clientes. “No sólo son desempleados, gente sin casa, o con adicciones, también hay estudiantes y sobre todo trabajadores pobres, esa es la mayoría, los trabajadores pobres”.

“En esta ciudad, verdaderamente hay una historia de dos ciudades”, destacó el director en referencia a las palabras del alcalde Bill de Blasio sobre la división entre ricos y pobres. “Las colas que se ven en este centro son tan largas como las que se veían en Times Square durante la NFL para participar en los entretenimientos de ese fin de semana”, expone frustrado antes de hablar sobre los “clientes que vienen con maletas para que nadie vea que salen con las bolsas azules de aquí”.

“A la gente no les gusta, les hiere el orgullo, que sus vecinos les vean en la cola de la despensa”.

El personal del centro ha notado que, desde noviembre, hay un 30% más de personas que necesitan asistencia. Ofreció como ejemplo el caso de un hombre cuyo cupón de comida bajó de $200 a $15. “Es absolutamente imposible que pueda hacer nada con este dinero”, planteó Foriest.

El líder no entiende cómo algunos políticos argumentan que hay gente que quiere vivir de las ayudas del Estado. “La gente no necesita que le den nada más que un apoyo para salir adelante. Mucha gente a la que atendemos aquí ha salido de la pobreza y ahora nos ayudan. Quienes vienen aquí son luchadores, no gente que se acomoda”. Según sostuvo, su trabajo es estar “en el frente” y, cuando el Congreso recorta las ayudas, “ soy yo el que mira las caras de la gente y les tiene que decir que todo va a salir bien cuando en realidad las cosas no van bien”.

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