Los desplazamientos avanzan en barrios latinos de NYC

El fenómeno de la gentrificación transforma el mapa de la ciudad, dejando a gente, mayoritariamente, pobre y de minorías con pocas alternativas de vivienda

Las minorías son desplazadas por otras comunidades de mayor poder adquisitivo  en el proceso de la gentrificación.

Las minorías son desplazadas por otras comunidades de mayor poder adquisitivo en el proceso de la gentrificación. Crédito: EDLP / Gerardo Romo

NUEVA YORK — Para la mayoría de los residentes de Jackson Heights, Mott Haven o Washington Heights, la palabra “gentrificación” aludía hasta no hace mucho a algo que le pasaba a otra gente, en otra parte de la ciudad. Pero la aparición de decenas de edificios de lujo, Starbucks y cafés “de diseño” sobre la Roosevelt, Grand Concourse o la avenida Dyckman es la prueba inconfundible de que el fantasma del desalojo ya camina entre ellos.

Durante una semana, tres reporteros de El Diario/La Prensa recorrieron ocho sectores de la ciudad que durante décadas han sido un baluarte de la población latina. En todos pudieron comprobar el avance de este proceso de transformación urbano.

La gentrificación, es decir, el cambio radical en las construcciones y servicios de un vecindario por el cual la población residente, generalmente pobre y de minorías étnicas, es desplazada por otra de mayor poder adquisitivo y más blanca, es tan antigua como NY. Durante las últimas décadas, sin embargo, una subida sin precedentes de las rentas la expandió, y barrios que parecían a salvo de este fenómeno se ven ahora irreversiblemente alcanzados por él.

“La gentrificación no es natural y los incentivos fiscales a los constructores de viviendas de alta gama han provocado una aceleración artificial y descontrolada“, explica Andrew Padilla, director del documental “El Barrio Tours”. “Ya afecta no sólo a las clases humildes sino a la clase media y media-alta”.

Padilla ha visto de primera mano cómo El Barrio, el tradicional enclave puertorriqueño del East Harlem en donde se crió, ganó casi 6,000 habitantes en 10 años, perdiendo a su vez 2,500 pobladores hispanos. Él mismo se ha tenido que mudar a la casa de sus padres por falta de medios para pagar el estudio que antes rentaba.

“La peor parte se la llevan los pequeños negocios, porque ellos no tienen ninguna protección contra la subida de las rentas, como la que tienen los inquilinos de renta estabilizada o de vivienda pública”, añade Padilla.

Recientemente, el alcalde Bill de Blasio anunció un plan para crear vivienda barata en la zona en donde se erige la vieja fábrica azucarera de Domino, en Williamsburg, Brooklyn. Bajo ese acuerdo, 700 de los 2,300 apartamentos que se construirán serán destinados a personas de bajos o medianos ingresos. La administración municipal celebró esto como el primer paso del proyecto de De Blasio para crear 200,000 unidades de vivienda asequible, pero algunos expertos se muestran escépticos.

“Estos planes no son la solución”, afirma Ed Morales, profesor del Centro para el Estudio de la Etnicidad y la Raza de la Universidad de Columbia, co-autor de “Whose Barrio”, otro documental sobre la gentrificación. “Tal como está diseñado el mercado inmobiliario, el desplazamiento de los más pobres es por desgracia imparable”.

Las consecuencias no son únicamente económicas y demográficas sino también culturales, según Clara Irazábal, profesora de planificación urbana de la citada institución.

“Nueva York tiene mucho que perder cuando se desplazan a sus grupos étnicos”, dice Irazábal. “El capital cultural que se ha perdido ya en Manhattan es tremendo, y los otros condados siguen por el mismo camino. Sin su diversidad, Nueva York pierde su identidad”.

Rafael Somoza (Washington Heights): “Hace 10 años se podía rentar un apartamento por menos de $700. No me puedo explicar cómo en tan poco tiempo cuestan tres veces más. Si llegase ahora a Nueva York, no podría vivir aquí”.

Félix Rodríguez (dueño de un deli en Mott Haven, El Bronx): “Cada vez viene más gente de Manhattan a vivir en South Bronx. Yo estoy vendiendo más y lo agradezco, pero ahora dicen que van a construir torres y supermercados nuevos, y que todo va a cambiar. En unos años seguramente mi negocio será ocupado por un restaurante de lujo y yo no sé donde estaré”.

Estela Matos (residente en El Barrio desde 1970): “Hace años, los blancos con dinero venían a vivir aquí porque les divertía nuestra cultura y nuestra comida. Ahora vienen por necesidad, y en unos años no quedará ni rastro de la cultura que los puertorriqueños trajimos aquí”.

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