Último adiós a las víctimas poblanas de la explosión en Nueva York

Rosaura Barrios y su hija Rosaura Hernández regresaron de forma trágica a su país... en dos ataúdes

Rosaura Barrios y su hija Rosaura Hernández durante la procesión funeraria.

Rosaura Barrios y su hija Rosaura Hernández durante la procesión funeraria. Crédito: EFE

SAN FRANCISCO CUAUTLANCINGO , México.- Los cuerpos de Rosaura Barrios y su hija Rosaura Hernández pasearon por las calles tal como se acostumbra en el pueblo y tras su repatriación desde Nueva York, el segundo hogar que las vio morir bajo los escombros de un edificio en Harlem por una explosión el pasado 12 de marzo.

Una procesión las acompañó silenciosa a la Iglesia de la localidad ubicada en las faldas del Pico de Orizaba, el volcán más alto de México, para la misa fúnebre donde se dieron cita unas 300 personas del pequeño poblado ubicado a 400 kilómetros al sureste de la capital mexicana.

“Somos un pueblo unido y es nuestro deber recibir con los brazos abiertos a todos nuestros paisanos, independientemente de cómo regresen”, dijo Orlando Vázquez, un vecino que vio crecer a Rosaura madre hasta que ella emigró rozando los 20.

Esta vez, las emigrantes volvieron en ataúdes. Se despidieron del pueblo entre mariachis que entonaron cantos religiosos al interior del templo y luego se marcharon para dejar otra vez en silencio a la procesión que volvió a las calles con la bendición del cura. De vez en cuando, los restos entraban a la casa de algún familiar.

Así los abuelos pudieron dar la última bendición a nieta y biznieta cuya ayuda fue “invaluable” para sobrevivir la pobreza de un pueblo cuya economía se sustenta exclusivamente del campo.

De esta limitación, explicó el presidente municipal, Juan Navarro -presente en el evento- se entiende la alta emigración de la zona hacia el Valle de San Fernando, California, donde se concentran 15,000 del municipio Ciudad Serdán y otro tanto repartidos en Nueva York, Texas y Arizona.

Dos hermanos Barrios, por ejemplo, aún viven en Estados Unidos. No pudieron viajar para despedir a su gente por asuntos migratorios. El esposo de Rosaura madre también se quedó allá, con los niños sobrevivientes. De igual suerte, el novio de Rosaura hija, Uriel García, no pudo darle el adiós a la chica.

“Él está en el Ejercito de Estados Unidos y no le dieron permiso pero yo estoy aquí en su representación”, dijo Uriel García, hermano del enamorado.

Para suplir ausencias, los Barrios se vieron acompañados de primos, sobrinos, tíos y todo tipo de parientes que arrancaron al alcalde una promesa de justicia: una indemnización para la familia que buscará junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Ya por la tarde, en casa de los padres, el grupo de asistentes al velorio se redujo a la espera del traslado de los cuerpos para su cremación en un municipio vecino, donde sólo estuvo el círculo más íntimo y un solo miembro del mariachi que cantó Las Golondrinas, Amor Eterno y México Lindo y Querido.

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