Mujeres que embellecen las cejas y las levantan

Los negocios asiáticos de depilación en Jackson Heights atraen a muchas mujeres y rechazan a los hombres, a menos que sean clientes

Son prohibidas las fotos y las preguntas en los salones de depilación conducidos por mujeres del sudeste asiático

Son prohibidas las fotos y las preguntas en los salones de depilación conducidos por mujeres del sudeste asiático Crédito: Joaquín Botero / EDLP

Nueva York-

Una mujer podría encontrar un ambiente adverso si se entromete con fanáticos del fútbol, del boxeo o si busca espacio entre jugadores de cartas. Igual hay círculos en Nueva York que son hostiles a los hombres, casi que prohibidos. Por ejemplo los salones de belleza en Jackson Heights a los que van mujeres a que les depilen las cejas con hilo o a que les pongan mascarillas limpiadoras. Pero bien saben los hombres hispanos que a las mujeres les urge ir a estos lugares.

Es tan fuerte la clientela hispana que en los negocios a lo largo de la avenida Roosevelt hay avisos tanto en inglés como en español. No en hindú, el idioma que hablan sus empleados y sus propietarios. Estos negocios abundan en la zona donde se funden las nacionalidades de hispanos con los hindúes, paquistaníes, y otros emigrantes del sudeste asiático.

Si es un cliente hispano, que se quede callado y cierre los ojos. Si espera a una clienta, le conviene quedarse sentado con los ojos puestos en una revista o en su teléfono inteligente. Ni a clientas ni a empleadas les gusta ser miradas. Por la barrera del lenguaje, los contrastes culturales o el dolor que involucra una depilación no es un lugar en el que abunden las conversaciones. No crea que está en una peluquería o una barbería dominicana donde las conversaciones y el chismorreo abundan y a veces se involucra a las personas que esperan. Tampoco es como un almacén en que se pueda preguntar o curiosear. Pa’ fuera los mirones y preguntones.

Al hombre que llega y pregunta, que no espere una explicación del servicio. “¿Necesita ayuda o no?”, preguntaron las encargadas de los dos establecimientos que visité. “Espero a mi novia, está a punto de llegar”, dije. Pasaron los minutos. Administradoras, empleadas y hasta las clientas miraron de reojo con incomodidad. Empecé a caminar y mirar los productos, pero las administradoras preguntaron más que el periodista. “¿Qué quiere, qué busca, cuándo llega a quien espera?… Espere afuera”, dijeron en los dos casos.

El trabajo de la depilación implica rodar hilos de algodón tensos por las cejas, patillas, arriba del labio o en otras partes del cuerpo hasta arrancar los pelos de las raíces. Suena doloroso, pero lo es menos que cuando se hace con cera caliente, y más preciso. Y no es una función que pueda hacer una persona por sí misma.

No hay escuelas en Estados Unidos para este oficio. Aunque hay mujeres que lo aprenden de otras veteranas. En la mayoría de los casos estas mujeres asiáticas toman cursos de pocos meses en sus países. Aprenden depilación con cera, con hilo, mascarillas limpiadoras con hierbas y teñidos de cabello con hena o tatuajes no permanentes con hena.

Los jueves y viernes son los días más ajetreados porque muchas mujeres (y hombres) quieren lucir mejor los fines de semana. Además estos negocios son más ocupados en el verano porque las personas no sólo quieren depilarse las caras, también los brazos, espaldas y otras partes íntimas.

Vaya a Jackson Heights a resaltar su belleza. Pero no pregunte ni espere que le atiendan la visita.

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