Descifran el éxito del ‘Cholo’ Simeone
BUENOS AIRES/LA NACION Diego Simeone elige las frases que llevan impresas sus tarjetas navideñas.
No son casuales, tienen un sello que retrata su impulso de superación. En 2006 se apoyó en José Ortega y Gasset: “Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande”.
Un año después, optó por Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres: para el débil es lo inalcanzable; para el miedoso, lo desconocido. Para el valiente, la oportunidad”.
Más adelante entendió que Oliver Goldsmith resumía como nadie lo que sentía: “Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”.
También eligió a Jasmine Gillman: “No esperes por el momento preciso. Empieza ahora. Hazlo ahora. Si esperas por el momento adecuado, nunca dejarás de esperar”.
O al dramaturgo austríaco Arthur Schnitzler: “Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”.
Esa visceral relación con el sacrificio pinta a un tipo ardoroso, que corre detrás de una imposición: tratar de ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Seguramente lo aprendió del viejo Luis Aragonés, tótem ‘colchonero’ que todavía llora España.
El ‘Cholo’ siempre dobla la apuesta. Nada es inalcanzable y el fútbol es todo. Por eso de pibe, cuando le regalaban indios y soldaditos, él los transformaba en futbolistas. Por eso no sufrió perderse el viaje de fin de curso con séptimo grado porque primero estaban las inferiores de Vélez. Por eso sí se enojaba si llovía los sábados por la noche, porque a la mañana siguiente las canchas inundadas le quitaban su caramelo narcótico. Y razón para todo lo demás.
¿Cuánto tiempo al día le dedica al Atlético? “El fútbol son 24 horas”, responde. No es pose. Si va al cine, de repente por la pantalla desfilan rivales o imagina un nuevo ejercicio táctico. Y no hay vasos ni cubiertos que resistan a sus explicaciones durante un almuerzo completo. Un obsesivo por la planificación que tiene una enigmática atracción por los signos del zodíaco. Un DT que hasta analiza el horóscopo de un probable fichaje. Cuando le preguntan si hay un signo mejor que otro para ser futbolista, vuelve a demostrar que jamás negocia la ambición: “Me gustan los valientes”.
“Le daría mi corazón a Simeone”, dice el volante turco Arda Turan, que no habla ni una palabra en español.
Simeone sabe llegar a la fibra de sus dirigidos porque les propone un proyecto de grandeza. Así construyó un Atlético que es la sensación de Europa. Una marea, con colmillo y sagacidad. Un equipo de hierro, especialista en emboscadas. Desde otra escuela, ayer Jorge Valdano le hizo un homenaje: “Lo del Atleti es en acto de heroísmo desde el minuto 1 hasta el final; es algo extraordinario”.
Hay un proyecto final cuando el ‘Cholo’ inaugura un desafío: ser el mejor a través de sus jugadores. No dirá nada, pero la distracción de la FIFA en la elección de los mejores técnicos de 2013 es una daga que ya se encargará de vengar. Cuando llegó a Atlético de Madrid, el martes 27 de diciembre de 2011, recibió a un grupo desahuciado que estaba a dos puntos del descenso. “Sabía que me llamarían en un momento de dificultad. Iba a ocurrir. Todo lo que me está pasando lo quise, lo busqué”, cuenta con una confianza que explica cómo juegan sus guerreros. Hoy figura entre los cuatro mejores del continente.
Siempre quiere hacer historia, esté donde esté. ¿Y si se asemeja a un imposible? Mucho mejor. Le ganó la final de la Copa del Rey al Madrid en el Bernabéu. Eliminó a Barcelona de la Liga de Campeones. Y lidera una Liga española que desde 2004 sólo se reparte entre sus ilustres víctimas. ¿Qué decía la tarjeta navideña de 2013? “Los límites de tus sueños están en tu mente; el poder para alcanzarlos, en tu corazón”. El de Simeone late prepotente.