Mujer curada por milagro de Juan Pablo II viaja a Roma
La costarricense Floribeth Mora asistirá a la ceremonia de canonización que presidirá el Papa Francisco
ROMA, Italia.- Floribeth Mora se emocionó ayer en Roma al recordar cómo fue sanada milagrosamente, según ella, por el papa Juan Pablo II de un aneurisma cerebral por el que le habían dado un mes de vida y ahora, tres años después de su curación, se pregunta por qué fue ella la elegida.
“No sé por qué Dios me eligió a mí entre tantas personas, no sé por qué Juan Pablo II me curó, pero le estoy muy agradecida y ahora mi cometido es llevar a todos los confines del mundo mi testimonio de vida para mostrar la existencia de Dios”, dice Mora.
La costarricense está en Roma, junto a su marido, Edwin, y dos de sus cinco hijos, Edwin y Keynner, para asistir al acto de canonización del papa Juan Pablo II el 27 de abril.
Su historia es la de una mujer que fue sanada, cuenta, de una lesión incurable por intervención de Wojtyla, “un milagro”, recuerda, que fue certificado por el Vaticano.
Todo comenzó un 8 de abril de 2011, relata, cuando sintió un dolor “muy fuerte” en la cabeza y acudió al hospital, donde le dijeron que eran migrañas producidas por estrés.
Pero después de días en los que el dolor persistía, los médicos volvieron a hacerle pruebas y descubrieron un aneurisma cerebral (dilatación de una arteria del cerebro) y le dieron un mes de vida.
“Tenía mucho miedo porque estaba condenada a muerte”, confiesa, visiblemente emocionada.
Creyente desde niña, Mora explica que comenzó entonces a rezar a Dios y a pedir a Juan Pablo II que intercediera por ella.
“Yo le decía ‘Juan Pablo, tú que estás tan cerca de Dios, dile que no me quiero morir, que quiero estar con mis hijos que son lo más importante’”, añade.
A medida que pasaban los días, sostiene, fue aceptando el hecho de que iba a morir, pero, según ella, el papa polaco atendió sus súplicas y el 1 de mayo de 2011, fecha de su beatificación, se le apareció. “Estaba tumbada en la cama, me desperté y vi cómo Juan Pablo II, que estaba en la portada de un suplemento que teníamos encima de la televisión, elevó sus manos hacia mí y me dijo ‘Levántate, no tengas miedo’”, señala.
Entonces comprendió que estaba curada y sintió “una enorme paz”, que compartió con su marido: “Estoy bien”, le dijo.