Comunidades Seguras debe cerrar

El programa de Comunidades Seguras ha sido un rotundo fracaso que deportó más personas trabajadoras y honestas que los peligrosos delincuentes que supuestamente estaba diseñada para hacer. Esto creó una profunda desconfianza dentro de las comunidades inmigrantes hacia las autoridades policiales, derrotando el propósito final del programa de contribuir a la seguridad pública.

Esto lo conocen con claridad numerosos jefes de policías y autoridades municipales y estatales que a lo largo de los años se han ido distanciando del programa que, desde su comienzo estuvo rodeado de confusión con respecto a su alcance e implementación.

Durante mucho tiempo, surgieron instrucciones confusas, y hasta contradictorias de parte del Departamento de Seguridad Interna en la instrumentación del programa. Uno de los grandes errores fue incluir el reingreso ilegal de una persona al país entre los graves delitos que se consideraron como deportación prioritaria. Así, el grueso de la cifra record de deportación de dos millones alcanzada por la administración Obama se basó en separaciones familiares e infracciones menores.

Hasta las cifras del antiinmigrante Center for Immigration Studies solo pudieron identificar a poco más de 1,800 convictos peligrosos en libertad temporal que esperan su destino entre los 88,000 indocumentados convictos en libertad.

El secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson, quiere relanzar el programa para que finalmente cumpla con su misión. La intención de garantizar la seguridad pública es loable, lo dudoso es que Comunidades Seguras sea el camino para ello después del desastre que ha causado.

La credibilidad de Comunidades Seguras es cero. Si se quiere corregir los errores del pasado, lo primero que hay que hacer es eliminar este programa para comenzar de nuevo y realmente centrarse en los indocumentados convictos de delitos serios.

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