Padre e hijo: grandes luchadores en la vida y en el ring

Con la influencia del padre, un joven se perfila como promesa del boxeo

Efraín Farciert ve en su hijo Efraín Jr. (18) una esperanza de triunfo que él no pudo conseguir como boxeador. Es ahora su guía, dentro y fuera del cuadrilátero.

Efraín Farciert ve en su hijo Efraín Jr. (18) una esperanza de triunfo que él no pudo conseguir como boxeador. Es ahora su guía, dentro y fuera del cuadrilátero. Crédito: Humberto Arellano

La pasión y la disciplina definen el carácter de Efraín Farciert Jr. (18) dentro y fuera del ring. Influenciado por su padre, el joven se inició en el boxeo a los tres años y en cada pelea se entrega al sueño de figurar en los cuadriláteros de la nación.

“Miraba a papá practicar kick boxing en el sótano de la casa y yo quería ser como él”, expresó con una sonrisa. “La careta de protección me quedaba grande y apenas alcanzaba la pera, pero intentaba imitar sus movimientos”.

El ejemplo arrastra y Efraín Farciert (44), padre, vio en su hijo el espíritu combativo que él mismo se forjó al emigrar de México en la adolescencia.

“Vine a este país a los 16 años y desde entonces trabajé duro. A los 24 años abrí mi primer restaurante. No quería saber de pandillas y de las calles, yo quería triunfar”, contó. “Practiqué karate y kick boxing, pero mi mamá no quería que peleara. Le prometí que no lo haría y cumplí”.

El llanto por la frustración de no subir al ring fue el costo de su promesa, sin imaginar que años más tarde su hijo llegaría tan lejos como él aspiraba. “Me convertí en guía de mi hijo”, apuntó el propietario del restaurante Santa Fe, en El Bronx. “Luché duro para conseguir mi licencia como entrenador de boxeo, todo para apoyar a mi hijo en cada pelea”.

De los cinco a los 11 años, Farciert Jr. se coronó campeón de 13 torneos de karate y logró convertirse en cinta negra segundo grado con la guía de su padre, pero el sueño iría más lejos al probar suerte en el boxeo.

El chico, de 5’3″ y 114 libras, figura por su agilidad y tesón en torneos como el Golden Gloves, que organiza anualmente el Daily News.

“Papá me forjó disciplina, entrenar con él es duro. Me enseñó a pensar como ganador y me ayudó a confiar en mí mismo”, indicó el estudiante de la escuela secundaria Bronx Theatre. “Siempre me anima a ir por la medalla”.

Farciert Jr. se foguea en el gimnasio Méndez BC, situado en la calle 24 de Manhattan, bajo la tutela de su segundo entrenador Orlando “Panamá” Standar.

Contar con un padre amoroso que también es un entrenador estricto es la clave del éxito para Farciert Jr.. Lejos de divertirse con amigos, el chico dedica su tiempo al pugilismo enfocándose en mejorar golpes de gancho y uppercuts y en los lanzamientos de combinaciones de izquierda y derecha.

“Somos luchadores de la vida y del ring”, dijo Farciert. “Mi hijo me motiva a vencer cualquier obstáculo”

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