5 desenlaces de la crisis en Irak

Soldados de EEUU podrían ayudar a detener a los Combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante.

Soldados de EEUU podrían ayudar a detener a los Combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante. Crédito: Getty

Cada día las atrocidades que cometen en nombre de su religión o comunidad superan las del día anterior. Cada día, los desarrollos en Irak sumen a su población en una desesperación más profunda. Parecería como si las tensiones generadas por la ocupación estadounidense desde 2002 recién estallan, que Irak se derrumba y con ello renace el espectro del Yihad y la desestabilización global.

Y sin embargo, ahora, en estos mismos momentos, en las capitales diplomáticas del mundo se tejen alternativas de solución a la crisis, capaces de configurar una nueva realidad en Medio Oriente.

Estos son, tal como se perfilan ahora, cinco de las posibles tácticas y sus desenlaces.

1. Dejen que se maten, no intervengan

Dejar que de manera natural las partes luchen y lleguen a un nuevo balance de fuerzas. Esta es una posición alimentada en el fracaso de las intervenciones militares estadounidenses, y la apoyan personas como Richard Clarke, quien fue asesor de seguridad nacional con el Presidente Clinton. Al presentársele la supuesta necesidad de “bombardear al enemigo”, dijo en un reciente programa de TV “¿a quién, a Irán o a Al Qaeda? Porque están luchando uno contra el otro”. Lo mismo opina Graham Fuller, ex vicepresidente del Concejo de Inteligencia Nacional de la CIA.

En última instancia, sigue esta idea, se formarán nuevas áreas de influencia, y podría surgir un nuevo interlocutor que antes era enemigo, quizás el mismísimo Abu Baker al-Baghdadi, jefe de las tropas islamistas del ISIS. Parece maquiavélico, y difícilmente sea aceptado por la opinión pública nacional.

2. Más de lo mismo. Lo que fue es lo que será.

Lo más fácil: Estados Unidos se limitará a incrementar el envío de armas al ejército iraquí. Ya fueron allí pertrechos por valor de 15,000 millones de dólares. El nuevo envío, por 1,000 millones más, incluye 200 blindados semioruga, millones de balas, miles de obuses de tanques, misiles antitantque, grandas, rifles, helicópteros.

Pero el resultado de esta política podría no ser mejor que la inacción. Después de todo, miles de soldados iraquíes huyeron despavoridos del campo de batalla ni bien pudieron, dejando su armamento. No se tomó en cuenta su falta de motivación y preparación. “No nos sorprende”, dijo un alto funcionario de defensa a CNN sobre su huida. “Era una cuestión de tiempo”.

3. Drones y comandos

Una postura más activa: hay que hacer algo para controlar la situación. El Pentágono creyó haber encontrado el remedio milagroso contra el Taliban en Afganistán y Pakistán con bombardeos de aviones no tripulados. Cuestan relativamente poco. Son precisos, casi milimétricos. En teoría no presentan complicaciones diplomáticas. Con ellos, pretenden descabezar al liderazgo rebelde.

Pero los drones no fueron tan precisos como para impedir bombardeos erróneos o muertes civiles, y su profileración causó confrontaciones con el gobierno pakistaní. En última instancia el uso de drones para matar a los líderes de la insurgencia iraquí tiene una ventaja importante: podría ser aceptable para la oposición republicana, que demanda a gritos una reacción fuerte. En el mismo plano, lo que ya está sucediendo: el envío de centenares de “asesores” para “entrenar” a los aliados iraquíes:

4. El retorno del guerrero

Lo más extremo y una solución favorecida en este momento solamente por los más ardientes neoconservadores: enviar de nuevo a las tropas. Igual que en 2002: sin planes ni estrategia. Es una reacción de reflejo condicionado y sin apoyo popular.

Y sin embargo, no es posible descartarla. Porque, dicen sus proponentes ¿y si cae el gobierno de Nuri el Maliki en Bagdad? ¿Si el conflicto amenaza con expandirse más allá de Irak, a Siria, a Irán, a Qatar, Kuwait, a Arabia Saudita? ¿Quién lo para?

La opción tiene un posible importante simpatizante: el senador John McCain, quien criticó la retirada de tropas estadounidenses a fines de 2011.

5. Enemigos pero también amigos

Lo probable. Los ejes tradicionalmente rivales que luchan por la hegemonía en el Oriente Medio – Teherán y Washington – podrían en virtud de esta crisis potenciar su colaboración a un nivel estratégico para impedir la expansión de los sunitas, y de hecho ya lo están haciendo en varios niveles, para gran desaliento de Arabia Saudita.

El secretario de Estado estadounidense John Kerry dijo al respecto que “no descartaría nada que sea constructivo para proporcionar una estabilidad real”, aunque “veamos lo que Iran quiere o no hacer antes de pronunciarnos”al respecto.

Si bien sería demasiado imaginar que las partes se hermanen y unan en operativos militares conjuntos, no es demasiado descabellado suponer posibles ataques de uno y de otro contra el mismo enemigo.

De hecho, ya está ocurriendo.

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