La Santería como método de sobrevivencia

Su encuentro con la Santería ayudó a un hombre puertorriqueño dar un cambio necesario a su vida

Raúl Kahayarix Ríos, activista puertorriqueño residente en Harlem,  asegura que fue convocado por los Orisha hace cinco años.

Raúl Kahayarix Ríos, activista puertorriqueño residente en Harlem, asegura que fue convocado por los Orisha hace cinco años. Crédito: Mariela Lombard / El Diario

Una adolescencia al borde del crimen, la muerte y la prisión llevó a Raúl Kahayarix (tiburón rojo en idioma Taíno) Ríos a una desesperada búsqueda de paz y reconciliación. En su travesía por los caminos de la espiritualidad profesó el catolicismo, el cristianismo y la fe pentecostal hasta su encuentro con la Santería.

“Mi madre era adicta, crecí sin armonía y equivoqué el camino”, explica el activista puertorriqueño residente en Harlem, quien asegura que fue convocado por los Orisha (divinidades de la mitología Yoruba) hace cinco años.

“Para entonces estaba a cargo de una fiesta cubana en un club en el que trabajaba como guardia de seguridad. Tres desconocidos de blanco se me acercaron para decirme: Te están buscando“, recordó Kahayarix Ríos (52). “Más tarde comprendí que era la voz de los Orisha ofreciéndome la armonía que ansiaba”.

Hoy, el identificado como un hijo de Oggún (Orisha de la fuerza primitiva representado por San Pedro) cree estar cumpliendo su destino tras fundar la organización Latinos NYC, que provee servicios a familias pobres. “Ahora sé que mi propósito es ayudar“.

La estudiosa Lizabeth Paravisini-Gebert, coautora del ensayo “Posesiones Sagradas: Vudú, Santería, Obeah y el Caribe” (1997), explicó que la Santería tiene sus pilares en la mitología de la tribu Yoruba del oeste africano.

Entre 1820 y 1840 el pueblo yoruba fue esclavizado. Su diáspora, obligada a trabajar en plantaciones de caña de azúcar en Cuba y Brasil, tenía prohibido adorar a sus deidades. Para evadir a los amos identificaron a los Orisha con los santos cristianos, y ya a finales de ese siglo la Santería era una religión definida.

“Con el triunfo de la revolución cubana (1959) cientos de afrodescendientes se exiliaron en ciudades como Miami y Nueva York, perpetuando la Santería en su nuevo contexto”, explicó Paravisini-Gebert. “La religión estaba condenada a practicarse en secreto, pero en las últimas dos décadas es más pública. En parte es por la aceptación de las raíces negras”.

La experta destacó que en la Santería se adora una fuerza central llamada Olodumare.

“Es el creador de todo lo existente. Se manifiesta través de Ashe, la sangre de la vida cósmica que fluye hacia la fuerza y la justicia”.

Paravisini comentó que en la Santería las personas tienen un destino establecido antes de su nacimiento en Ile-Olofi, la casa de Dios en el cielo.

“Aquellos que se alejan de su destino están en desequilibrio. El Babalawo (sacerdote) es la guía que los devuelve al camino. Los Orisha hablan a través de él en una posesión sagrada”.

Ríos contó que en su religión los creyentes son consagrados a un Orisha o santo según sus virtudes. Existen varios niveles de participación. El de mayor jerarquía es el Babalawo. La primera iniciación corresponde a los cinco collares, conocidos como elekes y representan a Eleggua, Obatalá, Shangó, Yemayá y Oshún. Si el creyente demuestra calidad moral, el Babalawo lo instruye para su crecimiento en la religión. Algunas actividades incluyen vestir de blanco por un año.

Paravisini-Gebert explicó que el Babalawo tiene amplio conocimiento de la herbolaria y su función de curandero es confiable para la comunidad.

El estigma más asociado con la Santería la vincula a la brujería y los sacrificios animales, pero los creyentes los defienden argumentando fines espirituales. Los Orisha son adorados con ofrendas (fruta, miel, comida y velas) y sacrificios que, según practicantes, representa el Ashe, la energía espiritual que fortalece a la deidad a través de una consagración.

Los sacrificios sólo se realizan para purificar, solicitar la ayuda de un Orisha y para la ceremonia de una iniciación, bodas o funerales. Después de la ceremonia, la carne del animal se consume o se ofrece a familias necesitadas.
“Las aves y las cabras ocupan el lugar del hombre en el sacrificio. Los animales que sacrificamos son blancos, como la pureza y lo bueno”, explicó Ríos. “El animal se mantiene en brazos al ser degollado. Hay una conexión entra las almas, el corazón está abierto para sentir su dolor y llanto”.
En 1993, la Corte Suprema determinó que los practicantes de la Santería tienen derechos constitucionales para sacrificar animales, a raíz del caso de la iglesia de Lucumí Babalú vs. Ciudad de Hialeah, Florida. Los magistrados prohibieron que se proclamaran leyes contra el maltrato de animales dirigidas específicamente a la comunidad Yoruba.

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