La hora de actuar
El camino para la reforma de inmigración es la legislatura. Sin embargo, en este caso le toca a la Casa Blanca actuar ya que la Cámara de Representantes se niega a trabajar con el Senado en un proyecto bipartidista, a pesar de la insistencia del sector empresarial, del religioso y del respaldo popular que quiere algún tipo una regularización de indocumentados.
Ahora recae sobre los hombros del presidente Obama actuar. Se necesita liderazgo para tomar medidas que serán explotadas electoralmente por quienes no han hecho nada más que obstruir. También arreciará la falsa acusación de un presidencia imperial que gobierna con acciones ejecutivas para eludir el Congreso.
Empero ahora es el mismo Congreso el que obliga a que Obama tome una medida para ampliar la Acción Diferida que ayude a los padres de los “soñadores” y a los indocumentados que llevan un tiempo largo trabajando honestamente y cumpliendo con sus obligaciones. Al igual que debe cesar la actividad migratoria que realizan las agencias policiales locales, conduciendo a abusos y deportaciones innecesarios.
Es la hora de actuar. Es el momento de hacer lo correcto. La mayoría de lo estadounidenses cree que es necesario reformar las leyes de inmigración de una manera que reconozca la complejidad del tema y no solo deportar gente tal como es la agenda migratoria de la Cámara Baja.
La más reciente encuesta de Fox News reveló que 65% de los votantes prefiere un camino a la ciudadanía en vez de no hacer nada. Este porcentaje de votantes es tres veces más que quienes apoyan la política del Congreso de “no hacer nada” con los indocumentados que ya están en el país.
El presidente Obama estableció desde la campaña presidencial del 2008 un compromiso con los latinos en cuanto a la inmigración. Hoy es un compromiso nacional el dar un mínimo de estabilidad a millones de familias trabajadoras, no por ser una promesa como con los hispanos, sino porque refleja el sentir de la gran mayoría de los estadounidenses que exige acciones positivas que no sean solo la expulsión de gente.
Este es un momento clave de liderazgo presidencial, sabiendo que corto plazo puede haber un precio político. Pero esa muestra de valor para hacer lo correcto trae, además de un beneficio nacional, una remuneración política a largo y mediano tanto para los demócratas como para el legado que deje el presidente Obama