Brasil, una potencia amenazada con apagones

Apagón en Brasil, inquieta a los ciudadanos, pero el gobierno izquierdista de Rousseff culpa sólo a la sequía

La generación de energía no alcanza a satisfacer el crecimiento de la demanda energética en Brasil.

La generación de energía no alcanza a satisfacer el crecimiento de la demanda energética en Brasil. Crédito: Banco Mundial

El desmonte ayuda al desequilibrio ambiental y ecologistas, que denuncian, son silenciados.

Brasil, que ocupa el 47% del territorio sudamericano (8,5 millones de km²), está amenazado por el racionamiento eléctrico. La falta de inversión, para crear un sistema más diversificado para la generación de energía eléctrica y menos contaminante que las usinas hidroeléctricas, pone al país en condiciones críticas. Esto se relaciona con las sequías prolongadas, producto de la falta de planeamiento de mecanismos sustentables ecológicamente.

Mientra esto sucede, persiste la violencia contra lideres ambientalistas, responsables por poner en evidencia los atentados contra los recursos en la Amazonía, según una nueva denuncia del 22 de agosto hecha por Greenpeace Brasil. La extracción ilegal de madera, desbasteciendo grandes áreas, es una práctica impune y tutelada por la antigua corrupción. Este factor, entre otras acciones humanas, es un conocido influyente del desequilibrio medioambiental.

La factibilidad de un apagón en un año de electoral, inquieta a los ciudadanos, pero el gobierno izquierdista de Rousseff culpa sólo a la sequía, que afecta a los países de la región desde 2011, disminuyendo las reservas que suministran agua a las usinas hidroeléctricas. Este argumento oficial, fue informado en un reporte distribuido el 5 de agosto por el Banco Mundial.

Es procedente decir que, la escasez de energía fue desestimada muchas veces por la presidenta Dilma Rousseff, inclusive en las últimas semanas. Pero ello, no silencia a los especialistas que insisten en la importancia de destinar inversiones diversificadas en el sector, sobre todo en los parques eólicos y solares. Sistemas considerados menos contaminantes que las usinas termoeléctricas y, también, para reducir la dependencia brasileña a las hidroeléctricas.

Dice un análisis del Banco Mundial que, con el crecimiento de Brasil y de su clase media, en la última década, la demanda de energía eléctrica sube un promedio de 4,5% por año. Esto es menor, señala el organismo, comparado con China e India, que exhibieron incrementos del 8% y 10%, respectivamente.

La ampliación del consumo de luz en Brasil es mayor a los Estados Unidos y Europa, donde las cifras fluctúan entre 2% al 3%. Los porcentajes dado a conocer fueron facilitados por PSR, una consultora especializada en estudios de energía eléctrica, citada en la nota del Banco Mundial.

“En un país, con los recursos renovables, como Brasil, es fundamental encontrar fuentes complementarias a las hidroeléctricas. La energía eólica tiene todas las condiciones de atender esas necesidades”, manifestó Elbia Melo, presidente ejecutiva de la Asociación Brasileña de Energía Eólica (ABEE).

Los vientos que soplan en Brasil no producen la misma energía generada en Alemania, España y Dinamarca, guarismos que giran cerca del 20% al 30%. En el mayor país de América Latina, las eólicas correspondían, en 2012, sólo 1,6% de la capacidad instalada de generación eléctrica (frente 66% de la hidroeléctricas), de acuerdo con la Empresa de Pesquisa Energética.

“Es importante resaltar que los países europeos tuvieron crecimiento de la energía eólica debido a políticas publicas específicas y subsidios para estimular el crecimiento de fuentes renovables, explicó Luiz Barroso, director técnico de PSR.

En 2018, el “gigante” latinoamericano ampliará de los 4,5 gigawatts instalados a 14,4 gigawatts, informó ABEEólica. Esto es semejante a poco más de la capacidad generada por central hidroeléctrica de Belo Monte, ubicada en Amazonía, que levantó diversas polémicas.

Veintiocho centrales eléctricas, finalizadas en 2012 demoraron dos años para comenzar a operar y la cuenta fue pagada por los ciudadanos del país. Esto fue motivo de críticas de especialistas. “El esquema montado para coordinar la generación y transmisión causó rechazo. La mayoría de las dilaciones, pueden ser atribuidas a las dificultades de obtener permisos ambientales y a la deficiente gestión en las empresa”, afirma un estudio del Banco Mundial.

También, es necesario señalar que, en la contienda para preservar los derechos, entre las partes que se sienten afectadas, por las modificaciones sometidas en grandes áreas territoriales, ocupadas por las represas, están los ambientalistas, pueblo indígenas, intereses comerciales y, muchas veces, aparece la vieja corrupción. En este escenario, según Greenpeace, activistas ecologistas fueron agredidos y muertos.

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