¿Disciplina o abuso infantil?

Los escándalos de violencia doméstica en la NFL vuelven a cuestionar el castigo corporal

Nunca es justo pegarle a un niño de menor tamaño que no puede defenderse. Y cada vez que lo haces le estás enseñando que la persona con más fuerza es quien impone la razón.

Nunca es justo pegarle a un niño de menor tamaño que no puede defenderse. Y cada vez que lo haces le estás enseñando que la persona con más fuerza es quien impone la razón. Crédito: Shutterstock

Los escándalos recientes de la NFL que involucraron a Ray Rice, de los Ravens y Adrian Peterson, de los Vikings, trajeron a la luz el tema de violencia doméstica y abuso infantil.

Primero fue el video que mostraba a Ray Rice pegándole a su entonces prometida y dejándola inconsciente. Lo siguió el arresto de Adrian Peterson por pegarle y lastimar a su hijito de cuatro años. Lo más curioso de los incidentes es que, si bien nadie saldría a defender públicamente a un hombre que lastima a una mujer, hay quienes aún siguen defendiendo el castigo corporal en los niños.

En un programa de deportes de CBS, el ex jugador Charles Barkley llegó a defender este tipo de comportamiento, argumentando que, en el sur del país, era común que los padres les pegaran a sus hijos. El exjugador admitió haber sufrido heridas de parte de sus padres, y advirtió que había que tener cuidado “con querer enseñarles a los padres cómo disciplinar a los niños”.

“Así me educaron mis padres”, es una de las razones que dan quienes todavía les pegan a sus hijos; olvidando que estudios, expertos y educadores comprobaron que ese tipo de disciplina, usada hace más de 20 años atrás, es inefectiva, cruel y perjudicial para los pequeños.

Un estudio de la Universidad de Manitoba, Canadá, publicado en el Journal of Pediatrics encontró que aquellas personas que de niños sufrieron castigo físico, de adultos tenían más posibilidades de sufrir depresión, ansiedad y otros trastornos mentales. El 43% de los entrevistados que sufrió castigo corporal reconoció haber tener problemas de alcoholismo, como adulto.

“En general, los padres que les pegan a sus niños lo hacen por falta de educación y por pereza. Es mucho más fácil y rápido decirle a un niño que haga algo porque “Lo digo yo”, o amenazarlo con pegarle que comunicarse y enseñarles”, opinó el Doctor Michael Howard, experto en el tema.

La consejera clínica Kim Olver, autora de Secretos de parejas felices, explica qué es lo que aprenden los ninos cada vez que reciben castigo físico:

1. Es inefectivo. El niño sabe que si sus padres lo encuentran haciendo algo “malo” le van a pegar. Esto no modifica su comportamiento, sino que hace que lo esconda para que no lo castiguen. En realidad, el temor impide el aprendizaje. La respuesta natural al miedo es pelear o escapar, no aprender.

2. Peor el remedio que la enfermedad. Las personas en quienes confías y pides consejos son aquellas que te apoyan y te alientan, no quienes te golpean y te tiran abajo. Igualmente, el castigo físico daña la relación y la confianza que tus niños sienten por ti. El dolor físico los hace dudar de que solo quieras lo mejor para ellos. Cada vez que les pegas, estás disminuyendo tu influencia sobre ellos.

3. “Es OK que me peguen y me lastimen”. Con cada nalgadita, le estás enseñando a tu hijo que la persona que tiene más fuerza es la que tiene razón. Al pegarle a tu hija, estás justificando a cualquier bully que la acose en la escuela, o haciéndole creer que está bien que su pareja se abuse de ella, sólo por tener más fuerza. Con el mismo criterio, tu hijo querrá pegarle a otros niños menores o más débiles, y actuará de manera abusiva con mujeres y ancianos.

4. La violencia todo lo soluciona. “Si no haces lo que quiero, te pego” les enseña a los niños que en la vida todos los problemas se solucionan con violencia.

5. Niños inseguros y con baja autoestima. El pequeño internaliza que no merece amor ni respeto, porque las mismas personas que supuestamente tendrían que protegerlo y amarlo más que a nadie en el mundo le “tienen” que pegar y humillar de ese modo.

Una manera simple de determinar cómo disciplinar a tu hijo es preguntarte si le harías lo mismo a alguien de tu tamaño. ¿Le pegarías a alguien que te puede pegar de vuelta y más fuerte, si dice algo que no te gusta?

Si la respuesta es no, tampoco se lo hagas a un niño pequeño que no puede defenderse. Existen métodos de disciplina más efectivos que no humillan y disminuyen la estima de los niños y respetan su dignidad. La próxima vez que quieras enseñarle algo a tu hijo, explícale las razones por las cuales su comportamiento fue inapropiado.

Antes de cruzar la barrera del castigo corporal, prueba sacarle algún privilegio, como la computadora, el televisor u otra actividad que realmente le guste. Esto hará que tu hijo se esfuerce para cambiar su comportamiento con dignidad, sin lastimarlo física y emocionalmente, humillarlo o disminuir su autoestima.

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