Lo bueno, vuelve: Ayudar para ayudarse

Profesión: Gerente de relaciones con donantes en Little Sisters of the Assumption Family Health Service Edad: 50 años Vive en: East Harlem Nació en: Veracruz

@SilSterinPensel

A veces se le queda mirando en el lobby; esa muchachita que le trae tantos recuerdos de cuando ella misma estaba recién llegada de México. “Se me figura tanto a mí. Tenía 26 y ella debe andar por lo mismo y como yo, siempre está aprendiendo, va a clases, siempre está dispuesta”.

Esa actitud, afirma esta veracruzana, es la que le permitió pasar de ser una estudiante de inglés como segunda lengua en Little Sisters of the Assumption, la organización que tanto hace por la comunidad del Barrio, a convertirse en una figura clave dentro del equipo que busca nuevos donantes para la ONG y que mantiene informados a quienes ya ayudan. Ese trayecto le llevó 23 años, casi toda su vida en Nueva York.

“Llegué a Little Sisters con mi hijo de 4 meses buscando algo que ahora sé que buscamos muchos inmigrantes aquí: la familia extendida que nos falta. Mi esposo trabajaba todo el día y yo me lo pasaba extrañando y aquí encontré gente en quién confiar, gente con la que puedo contar”, indica Flores.

Compartió charlas con otras mamás asistentes en los talleres parte del ‘Grupo de Madres’ y luego llegó a dirigir esos grupos, “me anotaba en todas las clases: de manualidades, de nutrición. Si necesitaban voluntarios, mi respuesta era ¡Yo puedo! ¿Necesitan tal otra cosa? ¡Yo puedo!”.

Con el tiempo, le ofrecieron formar parte del staff.

Conocer tan íntimamente la gran cantidad de programas que ofrece Little Sisters le da una enorme ventaja a la hora de tratar con donantes y miembros de la Junta Directiva.

“Les hablo desde el corazón porque viví en carne propia tanto la necesidad como la ayuda y las soluciones que aquí ofrecemos y muchas de esas necesidades aún después de dos décadas son las mismas”, señala.

Norma estudió química industrial en Puebla y siempre pensó que se equivocó de carrera.

“Nunca tuve la posibilidad de tener un empleo relacionado con eso y me hubiera gustado ser trabajadora social”, dice Flores.

Pero su trabajo le da la oportunidad de tender una mano a quienes necesitan ayuda e irónicamente la “química” que tiene con las familias que se acercan a LSA es inmediata.

“Llevo casi la mitad de mi vida aquí y conozco las situaciones de cada uno”.

Su historia de superación recorre El Barrio y muchos la consultan.

“Les digo que tomen todas las oportunidades que se les presenten y que cuando reciben algo tienen la obligación de hacer algo por el otro. No hay excusa posible. Aprender a corresponder y ayudar a la gente es el secreto”

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