Son constructores de sueños

El Tapatío reúne a jugadores de gran talento desde los cinco hasta los 18 años

Niños, niñas, jovencitos y cuerpo técnico del Club Tapatío posan para la foto tras una práctica.

Niños, niñas, jovencitos y cuerpo técnico del Club Tapatío posan para la foto tras una práctica. Crédito: <copyrite>Iliana Salguero-La Opinión - </copyrite><person>< / person>

Dos veces por semana la cancha #5 del Whittier Narrows se vuelve un nido de sonrisas y sueños, donde 58 jugadores del Tapatío, que van desde los 5 hasta los 18 años, se reúnen para cultivar su talento y dar un pasito más en su búsqueda de convertirse en futbolistas profesionales.

“El Tapatío es un club que se dedica a hacer jugadores, acá tenemos la paciencia para enseñarles, les damos las herramientas para que ellos mejoren”, explicó el entrenador principal y presidente del equipo Francisco Gómez, quien cuenta con más de 25 años de experiencia.

Gómez es apoyado por tres asistentes: Guillermo Ruelas, Eduardo Tafoya y Juan Flores, todos enfocados en desarrollar el talento de los pequeños.

La edad no importa en el futbol cuando en las venas se lleva el amor por este deporte, cuando la adrenalina se apodera de chicos y grandes, de niños y niñas.

Ese es el caso de Itzel Pérez, quien a sus 8 años ya sabe que cuando sea grande quiere ser futbolista profesional.

Al preguntarle si le gusta ir tras el balón, la pequeña defensa de la División Peewee responde: “Mucho mucho, porque me gusta patear el balón y meter goles porque cuando hago goles ganamos”.

Para Itzel, como para su compañero de categoría y portero del equipo, Diego Rendón, ser parte de Tapatío es aún sinónimo de diversión.

Pero el futbol no sólo se trata de pasarla bien, así lo ha entendido a través de los años Édgar Tafoya, uno de los jugadores con más edad del club y capitán de la Segunda División.

“Los deportes te vuelven una persona disciplinada, te dan coraje para lograr tus objetivos, te da la fortaleza física y mental para trabajar por tus metas”, dijo el defensa de 18 años, cuyo anhelo es convertirse en doctor.

Édgar carga sobre sus pies la responsabilidad de ser el capitán del equipo y de ser un ejemplo para sus tres hermanos menores: Joseline, Celeste y Eduardo —todos miembros del club—.

“Trato de enseñar a mis hermanos y decirles que la escuela es primero, pero que también es importante ser un buen atleta”, insiste.

Los jugadores de edad media, es decir más grandes que los Peewees, pero más pequeños que Édgar, son inspirados por jugadores de talla mundial como Messi, Neymar y Cristiano Ronaldo, pero han aprendido a través de los consejos de sus entrenadores que ese éxito requiere de mucho trabajo.

“Yo creo que puedo ser como ellos, pero sé que debo practicar para lograrlo, eso me dice el coach”, afirmó el volante de 12 años, Brian Pérez.

La mayoría quiere vestir el jersey de grandes equipos como el Real Madrid y el Barcelona, pero hay otros que prefieren ponerse la camiseta de los equipos de su tierra como Guillermo Ruelas, quien confesó que le gustaría jugar en el Santos Laguna, “porque tiene muy buena técnica y me gusta mucho ese equipo”.

Axel Zúñiga, de 12 años, también prefería representar a su país: “Desde chiquito me gustaba jugar futbol, es muy emocionante para mí, quisiera jugar en un equipo de Honduras”.

Mientras que Alan Velázquez, sólo quiere revivir la sensación que le provoca anidar el balón en la red.

“Meter goles me da una gran felicidad”, afirmó.

Todos ellos, los 58 que sudan la camiseta, que suspiran tras cada jugada, se reúnen los martes y jueves por una sola razón: cultivar su talento y, torneo tras torneo, poder cosechar el fruto del logro conseguido en equipo y personalmente

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