El zumbar de las abejas
Conocí un hombre que se ocupaba de cuidar abejas. Protegía sus colmenas, facilitaba la reproducción y, por supuesto, vendía su miel en el mercado. Pero un problema surgió cuando las abejas se volvieron tan numerosas que salieron e invadieron propiedades vecinas. Asustados, sus vecinos insistían que se removieran las colmenas del lugar.
Nosotros somos las abejas, de color café y negro. Las corporaciones en este país desean mano de obra barata para mantener bajos los salarios. Trajeron a los afronorteamericanos desde los estados del sur hasta los del noreste y medio oeste, y los colocaron en “proyectos” enormes de viviendas públicas.
Lo mismo pasó con los trabajadores indocumentados. Inclusive después de la amnistía de Ronald Reagan, el gobierno federal no hizo gran cosa para parar la entrada masiva de indocumentados o bregar con los patronos que los empleaban y explotaban.
Como abejas empezamos a entrar en los “patios traseros” de los vecindarios anglosajones. Luego, en 1996, el gobierno empezó la política de deportación masiva de los indocumentados, a pesar de que, como los afronorteamericanos antes de ellos, ya habían establecido familias y puesto sus raíces en las comunidades.
Las políticas de “perfil” racial afectan a ambas comunidades. Hemos estado viendo los resultados de la intimidación y el asesinato de jóvenes afronorteamericanos y latinos por la policía. Durante varios años los latinos hemos tenido que soportar el programa “Comunidades Seguras” que insta a la policía a parar a los latinos, muchas veces sin pretexto, para “revisar sus papeles”.
Ya estamos viendo algunas reformas de las prácticas de la policía, y ahora también tenemos la orden ejecutiva del presidente que permitirá que unos 4 millones de indocumentados reciban aplazamientos de deportación y permisos de trabajar. Pero no habrá una auténtica reforma de la policía hasta que los gobiernos municipales opten por mejorar los vecindarios, las escuelas y las oportunidades de trabajar para beneficiar a los residentes.
El sector anglosajón de este país vive con un temor de que las abejas empiecen a ejercer el sufragio en forma masiva. Muchos de nosotros no tenemos el voto y eso lo debemos corregir. Todos que pueden, deben inscribirse a votar. Los millones que ahora van a recibir permisos de trabajar deben unirse para entrar en los sindicatos. En nuestros vecindarios, debemos organizar asambleas populares basadas en el principio de una persona-un voto.
Las abejas estamos aquí, y de aquí no nos vamos