Cuando el perdón no es suficiente

Jorge Viera comenta sobre los abusos de un sacerdote polaco en Dominicana

Jorge Viera

Jorge Viera Crédito: Suministrada

“Me quiero suicidar, nadie en el pueblo me habla” , me dijo Juan, víctima de abuso sexual en la República Dominicana.

Juan (que no es su nombre real) vive en un pueblo llamado Juncalito, provincia de Santiago. Tan rural que para llegar ahí hay que hacerlo manejando por horas por una carretera de piedras y barro.

En ese alejado pueblo se estableció Wojciech Waldemar Gil, conocido en el país como el padre Alberto Gil. Este polaco decía que era como el elegido de Dios ante sus fieles. Juan y su familia entre ellos.

Tenía ocho años cuando el Padre Gil lo invitó a ser parte de la iglesia como monaguillo.

“Poco después que empecé de monaguillo me empezó a abusar sexualmente, me obligaba a vestirme de mujer, me amenazaba con una pistola cuando quería denunciar lo que estaba sucediendo y en ocasiones hasta me pegaba”. Después, llegaba a casa y sentado, en la sala , se vendía como el ángel del pueblo.

Los abusos del Padre Gil a Juan duraron por más de cinco anos. Tampoco estaba solo en la lista que hoy apenas conocemos.

“Un día me cansé y se lo conté a una amiga, ella se lo dijo a una maestra y así termino preso este señor…”.

La iglesia se disculpó, pero el perdón no fue suficiente, puntualiza Juan. Han pasado dos años desde que se destapó el caso y Juan y su familia han ido de mal a peor.

“El día que mi papá se entero de la noticia, sufrió un ataque al corazón, está enfermo y perdió el trabajo. A mí me molestan todos los días en la escuela y me tratan como si tuviera una enfermedad. Todos los días pienso en que sería mejor quitarme la vida”.

Para él y su familia el perdón no basta.

La iglesia, lejos de hacerse responsable de ellos, los ha abandonado. Los dejaron viviendo en la misma casa frente a la iglesia donde Juan entró al infierno. En el mismo infierno del Padre Gil que, en su computadora, las autoridades encontraron más de 87 mil fotos y videos porno, de menores de edad sosteniendo relaciones sexuales.

El Padre Gil huyó a Polonia y fue detenido en casa de su familia. Se le impusieron cuatro cargos de abuso sexual de menores. Dos de ellos fueron cometidos en Polonia en 2006.

La justicia, en parte, ha hecho su parte.

El sacerdote enfrenta solo una pena máxima de 12 años de prisión según la legislación polaca, ya que las víctimas todos eran menores de 15.

El padre Gil no está solo en la lista. Ante los destapes de nuevas víctimas, la lista crece.

Por ejemplo, el exnuncio y jefe de la diplomacia católica en la República Dominicana, quien afronta un proceso en los tribunales civiles del Vaticano por abusos sexuales contra menores y posesión de material de pornografía infantil.

Mientras, la iglesia católica, tan lejana en la estirada Roma, trata de limpiar su imagen en la República Dominicana.

Juan sigue en su lucha: sobre si prefiere vivir o quitarse la vida. Porque para él, que le hayan pedido perdón no es suficiente. Dios, ¿escuchaste a Juan?

@JorgeVieraTV / jorgeviera.com

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